Las palabras fueron creadas
para ser caminos y moldear
nuestra voz errante
como si fueran granos de arena,
acomodando nuestros pasos desnudos,
que nos llevaron fuera de la caverna.
Fuimos grandes arquitectos
usando nuestros ladrillos del pensamiento.
Pero nosotros, tan virtuosos,
pronto aprendimos
a darles nuevo cometido.
Humanos somos.
Ahora las usamos a modo cuchillo
con afilado filo,
para cortar los lazos
que hemos urdido.
Nos encanta resquebrajar
ladrillos contra el cemento,
y levantar muros del estruendo.
En este momento,
cuando alguien calla,
el alivio me llega.
La gente habla,
hablan para no escuchar
al que frente a ellos se encuentra.
Es el silencio del ruido,
el ruido de la inexistencia.
El mutismo en la devastación.
Con palabras alimentamos
el frío silencio.
Transformamos el plomo,
y con nuestro nuevo Vellocino
nos perdimos en el vacío.
Si una a una
las palabras os arrebataran,
inventaríamos nuevas armas
para tejer profundas telarañas.
Porque humanos somos.
Es mi inocente fe,
mirarnos a los ojos,
en silencio todos,
donde nuestras almas se escuchen.
Engullimos palabras
como si fueran semillas
que sustentan la gula.
¿por qué habríamos de estar callados?
¡Sigamos siendo humanos¡
¡Alimentemos
a las lombrices de la tierra
con nuestras bocas llenas¡
Tiene mucho cuerpo este poema, en la vida estamos acostumbrados al ruido… y deberíamos acostumbrarnos al silencio, pues la vida pasa muy rápida! (R)
ResponderEliminar