El cielo de tonos topacio
se difumina lentamente
y la playa es testigo
de como el sol se sumerge
poco a poco en la desnudez del horizonte.
Olas que vienen y van.
Bajo el manto dorado del atardecer
mojamos nuestros pies en el mar
que nos acaricia con nostalgia.
Olas que borran pasados.
Olas que dejan nuevas historias por contar.
En el atardecer
las gaviotas, curiosos testigos, contemplan
como el mar y cielo se vuelven aliados
de las huellas que dejaron los días pasados.
Olas que conocen su destino.
Nuestros corazones, latiendo al compás,
miran al cielo de tonos ardientes
y hacemos eterno este momento.
Los sueños se funden con el viento
que acaricia nuestra piel.
Hoy el atardecer tampoco llegó tarde
y la marea nos alcanza.
El murmullo del mar susurra secretos,
que sólo tú y yo podemos escuchar,
nuestros corazones son dos barcos inquietos,
navegando juntos hacia el mismo lugar.