martes, 26 de septiembre de 2023

Tus lágrimas son como



 Tus lágrimas son como 

las hojas desnudas

de un bosque en otoño,

que susurran sigilosas

bajo las faldas de los árboles

en la fría sombra.


Hojas, que ocultan

bajo su manto,

una palabra breve,

 y al corazón enmudecen.


Tus lágrimas son el aroma

en el suelo de la memoria,

cayendo como la suave lluvia,

nutriendo la tierra con un recuerdo

 venido a menos y olvidado

con el tiempo.


Y en el suelo, el recuerdo brota,

donde la tristeza, es la única salida,

yaciendo en paz,  en letargo, 

toda una vida.


domingo, 24 de septiembre de 2023

Era atardecer soleado




Era atardecer soleado
en un patio andaluz,
cuando un pájaro y una rosa
se encontraron,
en un rincón del jardín.

El rosal suspiraba 
al cielo azul
poder depositar,
entre las nubes sus raíces.
El pájaro escuchó su lamento
y con sus alas acarició las espinas
brotando una lágrima, 
y un pétalo alzó el vuelo.

Los rayos dorados del sol,
en calma,  testigos del beso
que el viento enamorado susurraba.
Aquel día, el amor no preguntó,
y el jardín sereno presenció
una historia escrita en el rocío,
ese atardecer sombreado,
en un patio andaluz.



sábado, 23 de septiembre de 2023

Mi amor es como un reloj



Mi corazón es como un reloj

que no halla la hora,

manecillas caprichosas,

acelerando al alba,

o bien se demoran

en la sombra,

cuando cae el sol.


Giran sin patrón conocido,

en su propio ritmo,

sin obedecer dirección,

un pulso incesante

de un amor perdido,

en eterno adiós.


Latidos prisioneros

en un muro frío,

de un corazón errante,

que nunca reposa.




viernes, 22 de septiembre de 2023

Tu alma



 Tu alma callada,

ola que embiste furiosa,

 rugiendo como tormenta

 bajo el sol en calma.

Un latido errante,

que transita cada mañana

por mi pecho.



Tus palabras



Tus palabras,
suaves caricias, 
hallan refugio
como abejas en mi alma,
zumbando en la tarde, 
llenas de melancolía,
y tu silencio, 
la muerte
en el horizonte, 
mi compañera fiel.

Tus besos yacen,
sin estruendo ni aroma,
como lirios arrancados
en un adios al viento,
hojas secas en el otoño,
en una vida sencilla,
en un corazón
que no supo
de despedidas.


jueves, 14 de septiembre de 2023

-El Bóxer



EL BÓXER

(relato corto suspense)



Tendría yo unos 12 años cuando a mi padre fue promocionado dentro de la empresa, lo que nos obligó a los tres a mudarnos.
En el coche, camino a nuestro nuevo hogar, mis padres discutían animadamente sobre el nuevo barrio, mis horarios de colegio y los cambios que se avecinaban. Era evidente que ninguno estaba del todo convencido de que esto fuera fácil de asumir.

Mi padre giró el coche y nos adentramos en el nuevo vecindario. Todas las casas eran iguales, alineadas como cajas de zapatos, con dos plantas de color crema, un amplio jardín delante la puerta principal y otro algo más grande en la parte trasera que algunos vecinos utilizaban a modo huerto, o simplemente para reunirse con amigos junto a una barbacoa.

Al frenar el coche y detenernos al fin junto a nuestra casa, en el jardín contiguo, el vecino tenía un imponente perro marrón, atado con una cadena; aquel bóxer, que me pareció del tamaño de un caballo, clavó su mirada fijamente en mí y me enseñó sus grandes dientes como advertencia. Estuvo gruñendo desde que llegamos y no me atreví a salir del coche por un buen rato hasta que llegó la hora de bajar el equipaje. Siempre recordaré ese primer día.


Entre el ruido de maletas, cajas descargándose y las protestas del perro, salió de la casa nuestro nuevo vecino, un hombre de la edad de mi padre, alto, de porte grande pero fuerte, barba descuidada y una mirada enrojecida, quizás por el exceso de cerveza. Abroncó y maldijo en alto mandando callar al animal; ambos permanecieron de pie observandonos.

De alguna manera, el perro se soltó de su cadena y se abalanzó directamente hacia mí. Lo que ocurrió a continuación se volvió un borrón en mi memoria. Solo tengo imágenes fragmentadas de sus dientes amenazadores y su espuma blanca saliendo de su boca, mientras saltaba y se abalanzaba sobre mí. Caí al suelo, grité, pero no alcanzó a morderme. Más bien, parecía desafiarme, aplastando mi pecho con sus patas delanteras. Era un intruso en su reino.

Cada noche, al cerrar los ojos en mi cama, los gruñidos del perro y su mandíbula se convertían en pesadillas y apenas podía conciliar sueño.

Mis padres trataron de hablar con el vecino, pero no era muy dado a razonar, su forma de disculparse era pateando al perro y este le miraba desafiante pero se recostaba sobre sus grandes patas. No estaba dispuesto a tenerlo todo el día dentro de su casa.

Madrugaba para ir al colegio y nada más pisar la puerta, el gran bóxer se levantaba y me ladraba con todas sus fuerzas, estaba agitado, violento; estiraba de la cadena con tanta rabia que llegaba a alzarse de las patas delanteras tratando de alcanzarme.
No sé si los animales pueden estar poseídos, pero este, desde luego, tenía endemoniado su temperamento.

Mi miedo creció a tal punto que, al cabo de solo dos días, dejé de pasar por delante de su fachada, cruzaba y tomaba la acera de enfrente, pero el perro ahí seguía, mirándome, con ojos y mandíbula amenazantes.

El pánico se apoderó de mí cada vez más. Opté por salir de casa dando un rodeo en dirección contraria al perro para evitar su feroces ladridos cuando abría y cerraba la puerta. Pero el bóxer seguía obsesionándome en mi cabeza.


Al cabo de par de meses viviendo en el nuevo barrio, al regresar del colegio, vi nuestra calle llena de ambulancias y coches de policías, con las luces y sirenas encendidas. Un gran cordón policial impedía que me acercara a nuestra casa, y entre la multitud, mi madre me vio salió corriendo hacia mí y me abrazó. Estaba mudo, sorprendido, sin entender nada y con el corazón cada vez más y más acelerado.

No había mucha gente en el vecindario pero todos estaban en la calle, frente a nuestra casa; creo que ninguno de nosotros jamás olvidaría eses día, cuando la policía sacó esposado a nuestro nuevo vecino y lo introdujo en un coche patrulla. Mi mente sólo tenía una cosa en la cabeza pero no había rastro del bóxer por ningún lado.


Pasaron horas y la policía permitió que volviéramos a nuestras casas; pregunté a mis padres por lo sucedido y por qué había policías en el jardín trasero excavando.

Nunca me dijeron nada ese día, solo sé que me abrazaban; entre el miedo y el ruido de la policía en la casa de nuestro vecino, mi padre nos llevó a un hotel y pasar allí un par de días alejados del caos del barrio.


Días después, mis padres decidieron contarme la verdad; nos sentamos los tres en el salón y relataron lo que se sabía de lo sucedido:

Hacía tiempo que policía estaba investigando la desaparición y secuestro de una serie de niños en circunstancias misteriosas, y el vecino coincidía con la descripción proporcionada por un testigo. Durante el interrogatorio en su casa, los detectives no encontraron ninguna evidencia incriminatoria. El vecino había llevado una vida aparentemente normal en el vecindario durante años y nadie sospechaba lo que estaba ocurriendo detrás de esas puertas. Sin embargo, cuando se marchaban, el perro, que parecía más inquieto de lo normal, comenzó a ladrar y a arañar frenéticamente el suelo de madera de la cocina, percibía que era hora de vengarse por años de maltratos y patadas; el dueño enfurecido y nervioso, intentó acallar al perro, pero había puesto sobre alerta a la policía. Dueño y perro se enzarzaron en una pelea de gruñidos, mordiscos y puñetazos, eran dos béstias desesperadas luchando por la supervivencia. La policía intuía que algo no iba bien en esa casa y permaneció de pie, atónita y dudando si usar las pistolas; durante ese momento de indecisión, el vecino con una mano ensangrentada y el boxer a dos centímetros de su cara, alcanzó coger con la otra un cuchillo de la mesa y lo clavó en el pecho del animal, cayendo ambos al suelo, e inmediatamente fue esposado. El bóxer, tumbado  e inmóvil en el piso, dejó de respirar. 

Durante días, policía y forenses envueltos en trajes y guantes blancos, excavaron en el jardín del vecino y levantaron parte de la cocina, encontrando un sótano insonorizado, con paredes cubiertas de marcas y arañazos, una cama y cadenas de acero. En la casa se halló un ordenador lleno vídeos detallando cómo la mente perturbada del vecino había cometido los asesinatos. Los cadáveres hallados se introducían en bolsas negras, restos de  huesos y ropa que se iban encontrando en cada metro cuadrado. El silencio en el interior de la casa contrastaba con los gritos de dolor de los vecinos que se amontonaban afuera cuando introducían el contenido de las bolsas en una ambulancia y se marchaba hacia el depósito. Entre el sonido de las sirenas y el llanto de la gente, llegaba otro coche más para continuar exhumando cuerpos. 
Algunos oficiales, exhaustos y abrumados por lo que habían descubierto, salían ocasionalmente al aire libre para vomitar y liberarse de la náusea que se apoderaba de ellos.

La comunidad quedó marcada por lo que había vivido en su propio vecindario. El horror que había estado ocurriendo a sus espaldas, durante tanto tiempo, finalmente había salido a la luz, aunque, la policía tardó años en esclarecer las identidades de las víctimas y cómo nuestro vecino, llevando una doble vida, pudo aproximarse y secuestrar a más de una veintena de niños que habían desaparecido en los últimos diez años sin haber levantado ninguna sospecha y sin que la policía tuviera apenas un par de pistas de lo que estaba sucediendo.


Nunca sabré con certeza lo que intentó el animal, pero sé, que de alguna manera, mantuvo a mis padres siempre alerta y me infundió miedo para mantenerme alejado de su casa y, quizás, no correr la misma suerte que los otros niños y, a su manera, salvaría mi vida.





martes, 5 de septiembre de 2023

- LA TORMENTA


LA TORMENTA
(relato corto suspense)


    Era una noche como cualquier otra en la vida de Álvaro, un joven aficionado youtuber con un canal de cine. Vivía alejado de la gran ciudad, le gustaba la tranquilidad y se había alquilado una casa en un pequeño pueblo en el campo. Sus seguidores lo conocían por su carisma y su amor por las películas retro y cine serie B, y a pesar de no tener una audiencia masiva, disfrutaba interactuando con sus seguidores en sus transmisiones en vivo desde su habitación, en el primer piso de aquella vetusta casa.

    Había decorado su rincón con pósters de clásicos del cine, con musas como Ava Gardner y otras tantas estrellas de cine, estantes llenos de cintas VHS, DVD´s y libros antiguos. Su ordenador, era su ventana al mundo.

    La noche transcurría con normalidad mientras se preparaba para su próxima transmisión en vivo. El reloj marcaba las horas y la atmósfera en su habitación era relajada, como de costumbre. Los pocos seguidores que se habían unido a la transmisión esperaban ansiosos verlo, la gente lo adoraba por su facilidad palabras y cariño hacia el cine. Pero nadie estaba preperado para lo que iba a suceder esa noche.

    Justo cuando se disponía a iniciar la transmisión, saludando con su habitual frase de inicio: “Hola, muy buenas noches a todos, bien-ve...”, un trueno atronador retumbó en el cielo y la lluvia comenzó a caer con intensidad contra el techo de la casa. El repentino cambio  lo interrumpió e hizo que parara su frase a mitad. El sonido de las gotas de lluvia chocando contra la ventana se mezcló con los truenos, creando un telón de fondo funesto que sumergió la habitación en una inquietante semi-oscuridad.

    Álvaro, mirando a la cámara de su ordenador, sonrió nerviosamente. “Parece que la lluvia quiere unirse a la sesión”, bromeó, tratando de mantener su calma ante el inesperado cambio de clima. Sin embargo, no pudo evitar sentir un escalofrío que recorrió su espalda mientras la tormenta continuaba en el exterior.

      A medida que analizaba cada escena de la película los comentarios de ánimo y emoción y alguna que otra risa comenzaron a llegar.

    Pero la tormenta no estaba dispuesta a dejarlo en paz. La electricidad en la casa parpadeaba y la conexión a Internet se volvía intermitente. La imagen en su pantalla oscilaba y se distorsionaba, haciendo que la película se volviera borrosa en los momentos cruciales. Álvaro luchaba por mantener su compostura y continuar como si fuera una noche cualquiera. Pero no lo era.

    Mientras tanto buscó en el canal de noticias algún dato sobre el tiempo y se hablaba de una borrasca en la zona que nunca antes se había visto en esos lugares. Álvaro apenas podía escuchar las voces de los presentadores con el estruendo del temporal, pero las imágenes mostraban un sistema de grandes nubes negras que parecía haber surgido de la nada.

    La sensación de que algo no estaba bien se apoderó de él mientras intentaba continuar con su transmisión en vivo en medio de la tormenta.

    El vendaval fuera de la ventana continuaba su furia, iluminando y golpeando la habitación con destellos de relámpagos esporádicos. La audiencia, comenzó a mostrar signos de intranquilidad.

"¿Qué está ocurriendo?¿Estás bien?" preguntaban en el chat. La preocupación era compartida por otros. Álvaro trató de mantener la calma: "Sí, todo está bien, solo un poco de mal tiempo. Estamos bien aquí."

    Pero las palabras tranquilizadoras no podían ocultar su cara inquietud. No recordaba una tormenta como esta, parecía cobrar vida y no tener fin, daba la sensación tenerlo aislado en su casa de campo. Los truenos y los relámpagos parecían dirigirse directamente hacia su casa.

Los comentarios seguían llegando, pero ahora eran aún más extraños y perturbadores. Comenzaba a sentirse vigilado, como si estuviera atrapado en una pesadilla. El presentimiento, de que algo oscuro y tenebroso se acercaba, se hacía cada vez más y más intenso.

     Poco a poco, cada palabra que decía, cada acción que realizaba, era anticipada por los miembros del chat, sus seguidores escribían y respondían a preguntas que aun no había dicho y aun seguián en su mente.

 "Sé lo que piensas" "Sé lo que piensas" apareció repetidas veces en pantalla. Pero cuando preguntaba quíen lo había escrito, el chat ignoraba sus preguntas. 

La sensación de paranoia se apoderó de él mientras intentaba entender lo que estaba sucediendo, sentía estar atrapado en su transmisión en vivo mientras la tormenta continuaba azotando. Álvaro se sentía más vulnerable y abrumado, los minutos se volvieron interminables.

    En un intento por romper este bucle aterrador, decidió despedirse de su público. Se desconectó de la transmisión y apagó su ordenador. Sin embargo, en lugar de encontrar alivio, se encontró atrapado en la oscuridad de su habitación, con la tormenta bramando afuera.

    Un rayo rugió, iluminó su habitación por completo y su ordenador se encendió de nuevo, sin que nadie lo tocara y lo conectó a su transmisión. Volvio a apagar el ordenador, esta vez desenchufándolo de la corriente pero mientras estiraba del cable, otro rayo mas estruendoso sonó fuera, sonó como el eco de un “Noooo” lejano y el ordenador volvio a conectarse.

   Cada vez que intentaba desconectar su ordenador, se encontraba de nuevo en la misma habitación, enfrentado a los mismos comentarios de su audiencia, a las mismas acciones y con la tormenta  furiosa tras su ventana.

    Comenzó a cuestionarse su propia realidad, o simplemente se estaba volviendo loco, debía encontrar una manera de salir antes de que consumiera su cordura por completo y escapar de ahí.

    Se levantó de su silla con manos temblorosas y se dirigió hacia la puerta de su habitación. La urgencia por escapar lo impulsaba. Sin embargo, cuando intentó girar el pomo, una fuerza invisible pareció sujetar la puerta con una crueldad. Cerrada con llave o no, la puerta se resistía a ceder, sin importar cuánto hiciera o cuánto sudor corriera por su frente. El pánico lo inundó mientras sus gritos de rabia y desesperación se mezclaban con el sonido de la tormenta.

Mientras forcejeaba, una descarga eléctrica salió del pomo y lo tumbó al suelo, alejándolo y dejándolo incosciente unos segundos. Allí estaba el, aturdido y dolorido, sin poder escapar.

    La habitación parecía menguar a su alrededor, y la tormenta, tenía el control absoluto sobre su entorno que se revelaba cada vez más como algo siniestro, rugía con ferocidad en el exterior. Con dificultad, se levantó y volvió a su ordenador.

  De repente, apareció un comentario que se repetía y repetía en la pantalla : "enfréntate a la tormenta, enfréntate.”

    Se levantó de su silla angustiado, vaciló, se acercó y miró por la ventana. Tenía miedo. La lluvia caía en láminas y los truenos resonaban como tambores de guerra. En ese momento, sintió una presencia oscura y siniestra que emanaba de la tempestad y lo arrastraba directamente hacia ella.

    Abrió la ventana y dejó que el vendaval cayera sobre él. El agua lo envolvía, y un sentimiento de conexión con algo más grande que él mismo lo invadió. Sabía que debía hacer frente a la tormenta, aunque ignoraba qué consecuencias traería, y ya bien, por el agua, o bien por el miedo, no dejaba de temblar y su cuerpo apenas le respondía.

    Se quedó petrificado al presenciar la transformación de la tormenta justo delante de él en algo mucho más siniestro y poderoso de lo que jamás había imaginado. Rayos y relámpagos danzaban alrededor, formando un vórtice que lo absorbía hacia un abismo desconocido, incapaz de resistirse a su poder, se sintió arrastrado hacia la oscuridad. Era una batalla entre su voluntad de sobrevivir y un poder malévolo e invisible.

    Dentro del vórtice de la tormenta, se encontraba atrapado y desesperado, sintiendo cómo cada ráfaga de viento y cada rayo lo arrastraban, como si estuviera siendo devorado por la propia furia de la naturaleza. La tormenta lo acechaba, una entidad oscura que no solo conocía sus pensamientos y temores más profundos, sino que parecía nutrirse de su angustia, como si su miedo fuera su alimento en este abismo retorcido y sobrenatural.

    La tormenta, en su furia se reía de su miseria, distorsionando la realidad a voluntad y haciendo que cada paso que daba lo llevara más profundo en un abismo de desesperación. Álvaro intetó correr y huir pero cada intento de escape solo lo sumía en una pesadilla aún más retorcida y aterradora

       Cada vez que intentaba buscar una salida, la entidad lo arrastraba hacia nuevas pesadillas y horrores. En un momento, se encontró frente a una puerta oscura que parecía ser una salida de su habitación, pero al abrirla, se adentró en un pasaje laberíntico que lo llevó a un pozo con aguas más profundas y siniestras que la propia tormenta. Abrió otra puerta y se enfrentó una criatura terrorífica de tres cabezas como salida del mismísimo infierno que lo perseguía a través de un paisaje desértico con dunas infintas repletas de huesos de esqueletos.

    No había esperanza de escapar, tenía la sensación que estaban pasando años y todas sus acciones habían sido inútiles, estaba agotado por completo. La desesperación lo inundó mientras enfrentaba el hecho de que estaría atrapado en este mundo retorcido para siempre.

    La entidad oscura, consciente de su derrota, se manifestó ante él en una forma que desafiaba toda comprensión. Era una figura sombría, parecía tener forma serpiente con múltiples ojos rojos, una criatura imponente como salida del averno que se cernía sobre él. Su voz un siseo ensordecedor en su mente. "¿Por qué luchas, Álvaro?" "Estás en mis dominios y aquí no hay lugar para los vivos."

      Las palabras retumbaron en su cabeza, llenándolo de un terror que inmovilizaba su cuerpo, trataba de poner sus manos en sus oídos para paliar el dolor y se rindió. Se dejó caer de rodillas en el suelo retorcido y miró hacia arriba, hacia el sinietro ser que lo observaba. "¿Qué quieres de mí?" preguntó, su voz temblorosa en el quiebre de su desesperación

    La entidad sonrió, una carcajada soltó pero no era de este mundo, no era humana, y el viento le sacudió con fuerza, como un huracán, era más un gesto de satisfacción y triunfo que de alegría. “No temas, Álvaro, serás parte de mi eterno espectáculo, y tu sufrimiento alimentará a mis cuervos, solo observo de qué forma quieres entregarme tu vida".

    Tras esas palabras, la entidad se desvaneció en la oscuridad, y una tormenta rugió envolviendo a Álvaro y haciendolo desaparecer.


    A La mañana siguiente, la casa de campo de Álvaro fue el escenario de una escalofriante escena. La policía, al principio pensó que era algún tipo de broma, pero ante la insistencia de las llamadas de sus seguidores preocupados por su desaparición y los extraños sucesos que habían ocurrido en su última transmisión en vivo, decidieron irrumpidir en su hogar.

    Los agentes derribaron la puerta de la habitación. Lo que encontraron los dejó sin aliento y la luz de sus linternas temblaban en cada punto de aquel lugar. La habitación estaba empapada en sangre, con manchas que adornaban las paredes y el suelo. Frases macabras habían sido garabateadas en las paredes con una escritura que parecía haber sido hecha con sus propios dedos y sangre.

   Las palabras escritas parecían ser los comentarios que los seguidores habían hecho en pantalla durante su última transmisión en vivo. "¡Sal de ahí!", "¡La tormenta es peligrosa!", "¡Estás en peligro!", "¡Aparta de la venana¡"

    Pero lo que más asustó a los agentes de policia no fue la oscuridad del lugar, ni las pinturas hechas con sangre, lo más escalofriante era el olor del lugar. No olía a nada, ni aroma ni hedor, a nada. Era como estar sumidos en el vacío.

   La policía se ritiró del lugar sin pronunciar palabra, decidieron en silencio volver en la mañana pero no encontraron rastro de él.

        Interrogaron a los vecinos y revisaron las grabaciones de la transmisión en vivo, pero no pudieron encontrar ninguna pista que explicara lo que había sucedido.

      La policía nunca pudo resolver el caso, la casa de campo fue abandonada y marcada como un lugar maldito, una tumba silenciosa de una historia que se convirtió en una leyenda urbana, una pesadilla que continuó acechando a quienes la conocieron pero que poco a poco se fue olvidando con el tiempo y aunque las heridas comenzaron a cicatrizar, la sombra nunca desapareció por completo y nadie sabe lo qué sucederá en la siguiente retransmisión cuando vuelva la tormenta.

    Tened por seguro que todo esto ocurrió, porque yo estuve presente esa noche.



Fin.


domingo, 3 de septiembre de 2023

Verte madrugar (humorístico)

 es una oposición a uno antiguo llamado Verte sonreir I 

 :)


Verte madrugar

es aguantar tus ojeras,

tu mal humor,

el peso de la rutina,

una luz que apaga

la cruda realidad del día a día

que con un café no se alivia.



Verte madrugar,

es presenciar el frío,

en una ciudad adormecida,

donde cada rayo de sol

te arrebata el cobijo,

y, sin piedad, perturba

la quietud de noches tranquilas,

que no se alivia ni con dos cafés.



Verte madrugar,

es encontrarte con el cansancio,

la desgana en tus ojos,

es no querer verte

mientras la oscuridad persista,

y encarar el desafío de un día

sin tregua,

sin descanso

ni pausa.

Tres caféteras ya no bastan.



La primera vez que vi tus ojos,


 

La primera vez que vi tus ojos,

descubrí que no iba a tener reposo,

que mi apacible mundo,

no estaba completo.


Tu pelo negro,

era como mirar una noche

que nunca moría.


Con un beso,

en tu ausencia,

nunca tendría respiro.


En mis sueños,

entre tus brazos,

buscaría mi lugar,

y al amanecer,

nunca te marcharías

de mi lado.


Mi reflejo viviría en tu mirada,

en un eterno abrazo.

No dejar nunca de quererte

sería mi descanso.



sábado, 2 de septiembre de 2023

Los tres deseos



 Los tres deseos


-¿Cómo vas a quererme?

Muy despacio, como el suave

aroma de las rosas

floreciendo al alba.


-¿Dónde vas a besarme?

Entre el latido de mi piel y tu alma

donde nuestras miradas enloquecen

y tus labios y los míos se igualan.


-¿ Acaso esperas algún deseo más?

Cuando claves el puñal en mi pecho,

que mi corazón recuerde

tu adiós y tus besos

y muera en calma.



Aquella tarde en el tren

 

Aquella tarde en el tren

nuestros corazones

viajaron a su encuentro


Dentro de mí,

te besaba en suspiros,

colisionando mis deseos

con tu oscuro cabello.

Tú, desprendías fuego

en cada mirada,

y sentía arder mi piel.


Buscaba refugio

bajo la suave brisa

calmada de tus labios,

pero me encontré

enfrentado a la tormenta.


Ninguno supo ver,

que en ese tren,

éramos un mismo ser,

la misma alma

condenada a un juego

que ninguno iba a ceder.


Éramos la misma llama

entrelazada y danzando,

desafiándose sin tregua,

hasta el último aliento,

siempre en la distancia,

amándose hasta perecer.



viernes, 1 de septiembre de 2023

En mi ser



En mi ser,

soy mi propio atardecer,

adentrándome en el silencio

en un laberinto de pensamientos.


Las sombras que se alzan

 son mías,

son las heridas

que brotan en mi piel.

Las luchas internas,

 que enfrento,

mi vino y mi sed.


Tengo mil rostros,

un reflejo fragmentado

de lo que fuí

y busco ser.


Soy mi propia maraña,

como espinas entrelazadas

brotando entre mis raíces,

que perviven en la penumbra.


En mi ser,

persisto y lucho

hasta ver en mis manos

mis entrañas.

Entre tinieblas, 

soy mi propia voz.




Dunes