Quiero susurrarle a la luna al oído,
acariciar con dulzura su tez plateada
contarle los sueños de cuando era niño
y en las frías noches del estío
silenciaba mis lágrimas en la mañana.
Quiero sentarme en su falda blanca y pura
y dormir cobijado por su caluroso destello,
soñar, que ya no sueño nada
y que todo ha sido un sueño.
Quiero sucumbir a su lado,
abrazado, en calma.
Despertar al alba con su mirada,
como en las noches de verano
el rocío, besa la madrugada.