Desde hace tiempo,
anoto en una libreta
las cosas que más quiero.
Páginas en blanco y negro,
pilares de una vida,
donde ya no caben
los viejos recuerdos.
Creyendo,
que si dejaba de escribir
tu nombre, un día,
podría relegarte al olvido,
y convertirte en una simple gota
de tinta difuminada en mi memoria.
Pero siempre llega el invierno,
y te has convertido en una mancha
de pigmento negro,
que los días lluviosos emborrona,
y recorren mi mejilla.
Aquí sentado,
quemo una a una
hojas de ese cuaderno,
noche tras noche,
día tras día,
para avivar esa hoguera,
y no sentir que muero,
cuando busco tu nombre
y no lo encuentro.