Mostrando entradas con la etiqueta Relatos Cortos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Relatos Cortos. Mostrar todas las entradas

lunes, 1 de enero de 2024

Bajo una lluvia

 


Bajo una lluvia indiferente, un hombre solitario pasea por callejones desiertos, desvaneciéndose entre las sombras y las gotas percutiendo en la etérea oscuridad. Un farol titila, iluminando su rostro macilento. Un susurro, como eco de un lamento primitivo, perfora el silencio: "Te observo". Acelera, a cada paso se esconden miradas ocultas.

La lluvia, torrente de lágrimas benevolentes, cae con más intensidad. Al doblar una esquina, un destello desvela otra silueta amenazante, abominable. El susurro se torna diferente, más lúgubre, más gutural,: "No escaparás".

Al alba, la policía descubre dos cuerpos desmembrados despojados de toda señal de vida.


 

El taxista (microrrelato)

 El taxista (microrrelato)

Apenas conservo fragmentos del accidente que me mantuvo en coma varios meses. Regresé a mi trabajo de taxista, todo parecía diferente, nuevo, extraño, como el primer cliente. Una figura sombría, que hizo que aquel recorrido se volviera gélido.  Al llegar a su destino, el pasajero desapareció y en su asiento había depositado una moneda de oro.

Desde ese momento, conduzco a las almas difuntas errantes de la ciudad hasta su destino.

O simplemente permanezco deambulando en mi propio ensueño...No obstante, mi rutina continúa, en espera del día en que sea yo quien se suba a mi propio taxi.

La camarera (microrrelato)

 Microrrelato:

La camarera:

He escogido este momento para confesarte mi amor, fue el destino, desde el primer día que te observé, de cómo tus labios carmesí adornaron mi café, tus dulces palabras, una amabilidad que nunca antes conocí.

Tu pelo negro, tu tez sedosa y blanca, tan suave…¡Oh! No aprecias mi contacto, pero tranquila, te acostumbrarás. Detén tus lágrimas, pronto comprenderás tu destino.

Tranquilízate, vivirás, aunque encadenada a esta cama, amordazada en este silencioso y aislado sótano. No deseo lastimarte, como hice con la anterior. Mitigarás mi soledad como en el bar, entenderás inevitablemente que tú también me amas. 

El gato (relato corto)

Nos lanzamos a la carretera con los trajes de boda puestos, decididos a pasar nuestra luna de miel recorriendo el país en coche. Nos encantaba viajar, cantar canciones de la radio, besarnos, una botella de champán en el asiento y disfrutar de nuestra nueva vida de recién casados.

El atardecer poco a poco empezaba a dar paso a la noche por aquella carretera solitaria, abrimos las ventanas para que entrase aire fresco y sacara el humo del tabaco, de repente algún animal salió de la oscura linde del bosque y se nos cruzó delante del coche <cuidado> grité, solo pude ver el brillo de sus ojos amarillo verdosos, cada vez más y más cerca del parabrisas, reflejando la luz de los focos. Lamb, instintivamente giró bruscamente, intentó esquivarlo pero no pudo controlar el volantazo y nos estrellamos contra un poste de la carretera. En ese momento mi mundo se paralizó casi por completo, veía imágenes como a cámara lenta, y de repente todo se volvió muy oscuro. Afortunadamente, los airbags saltaron, aparte del sobresalto y el pulso acelerado, nada nos ocurrió. No puedo decir lo mismo del coche, tenía el morro medio hundido y desprendía un inquietante ruido y humo blanco. No fuimos lo más rápidos del mundo en abandonar el coche, quizás por la conmoción, quizás por el miedo pasado, pero nos alejamos del coche sin coger nada y a los minutos empezó a arder. Estuvimos mirando como se incendiaba, al filo de la carretera, esperando que pasara algún otro vehículo, pero esa noche parecía estar en contra nuestra, primero unos truenos aislados, después un relámpago y poco a poco empezó a llover con gran fuerza en mitad de aquel paraje.


Caminamos bajo la lluvia en silencio, después, hablamos del pobre animal, del cual no había quedado rastro en la carretera, de nuestras familias, de nosotros, de lo rápido que nos habíamos enamorado el uno del otro y en apenas unos meses nos casamos. Durante ese tiempo tampoco pudimos parar a nadie.


Cruzamos por lo que parecía un camino de entrada y vimos una casa al fondo, nos adentramos confiando encontrarnos con algún ser vivo habitando aquel lugar, o al menos algún lugar donde poder refugiarnos de la lluvia. Lo único que nos iluminaba los pasos eran los rayos que iban cayendo con más y más frecuencia. <Mira Lamb> le dije señalando a una figura a una decena de metros fuera de la casa.

Le gritamos, pero parecía no oírnos, y aceleramos el paso. Al acercarnos, no había nadie afuera, golpeamos la puerta <¿hola, hay alguien?> pero nadie contestó.

La puerta estaba entreabierta y decidimos entrar, el interior estaba en la más absoluta oscuridad, la madera crujía y se quejaba bajo nuestros pasos resonando en el silencio, los relámpagos iluminaban esporádicamente el interior de la casa, mostrando muebles cubiertos de polvo,  ventanas entreabiertas y cortinas que se mecían con el viento. Al fondo, junto a la pared había una chimenea dispuesta para ser encendida y en una repisa contigua encontramos unas velas y una caja de cerillas.

Eramos como dos niños sentados en el suelo viendo como el fuego crecía iluminando nuestros rostros poco a poco. Las últimas horas habían sido estresantes y por un momento tuvimos un descanso, permanecimos callados, me acerqué a Lamb, con su rostro fatigado, para besarle, cuando vi otra vez a esa figura tras la ventana, su mirada me era familiar pero grité asustada. <Hay alguien fuera, cariño> Lamb se levantó, buscó a su alrededor y cogió un atizador de la chimenea y se mantuvo de pie, mirando hacia la ventana. <¿quién es? ¿quién anda afuera?>. Nada ni nadie contestaba, se acercó temeroso hacia la ventana <...vimos la puerta abierta y ...¿hola?> Pero tampoco hubo respuesta, se dirigió decidido hacia la puerta, se asomó al exterior, dudando, observando y me puse a su lado pero no vimos a nadie más.

Llenos de nervios nos volvimos al interior, y observarmos la casa, había fotografías antiguas enmarcadas en las paredes, con rostros de personas que, quizás, alguna vez la habitaron. Encontramos un álbum polvoriento de fotos y recortes de periódicos que relataban una serie de historias de amor pero a medida que avanzaban, también de tragedias. En la última página hablaba de misteriosa desaparición y la infructuosa búsqueda acompañada de una fotografía de un hombre mayor, sentado en un sillón, y un gran gato negro en su regazo. Un escalofrío recorrió mi espalda, los ojos brillantes del gato por el flash de la cámara me miraban, me eran familiares, haciéndome recordar a los ojos iluminados por los faros del coche, los ojos del animal que hace unas horas habíamos atropellado en la carretera. Seguimos buscando, en un rincón de la sala, descubrimos un pequeño altar improvisado, con velas gastadas y objetos personales. El gato negro estaba representado en varias imágenes y figurillas. Al acercarnos, sentí una extraña sensación, como si el ambiente estuviera impregnado de la energía de alguien más.

Abrimos puertas y explorábamos más habitaciones. Más fotografías por todos lados, el gato negro, siempre presente, parecía ser más que una simple mascota. Sus ojos brillaban con una intensidad inusual, como si emanaran una presencia sobrenatural.


 Descubrimos una puerta que daba a un sótano, una ráfaga de aire frío nos envolvió, dudamos pero bajamos las escaleras, al final, una habitación, en el centro, una mesa cubierta de velas encendidas formando un extraño círculo, en las paredes, dibujos y símbolos extraños.

Sentí un cambio en la atmósfera, la temperatura descendió repentinamente, un murmullo suave resonaba en el aire, como susurros lejanos acercándose, las velas parpadearon con más y más intensidad. En ese momento, notamos la presencia de alguien más en el sótano, apareció sobre la mesa, sentado y apoyándose a dos patas, dentro del círculo de velas, era la silueta del gato, mirándome, y unos metros detrás estaba de pie la figura del hombre mayor, la misma que vimos en la fotografía. Sin decir una palabra, extendió la mano hacia el gato negro, el gato bufó y gruño, su maniático maullido se me metió en la cabeza, me miró con ojos que desprendían ira y fuego.

Estába realmente asustada, muda, intenté soltar alguna palabra, pero el miedo me paralizaba, de súbito, las velas se apagaron, sumiéndonos en la oscuridad, gritos y ecos lejanos llenaron el silencio de la habitación, parecían salir del suelo, de las paredes, de todos lados, voces inteligibles, pero de lamento. Grité desesperada. De golpe, los gritos desaparecieron, las velas se encendieron de nuevo, y estábamos otra vez solos. Abrumados, intentamos salir de allí, no entendíamos lo que acabábamos de experimentar, el terror nos envolvía mientras subimos rápidamente por las escaleras y decidimos alejarnos, corrimos hacia la puerta, pero algo invisible nos empujó hacia atrás, Lamb forcejeó con la cerradura, pero la puerta estaba cerrada, como si la propia casa resistiera cualquier intento de abandonarla, detrás nuestra, junto a la chimenea, estaba el anciano, fue entonces cuando el anciano habló, <no podéis salir, él no os dejará marchar>


La voz del anciano temblaba, cargado de pesar y melancolía. <¿que está ocurriendo aquí?, déjenos salir,> le rogué, pero ignorando mis palabras, empezó a relatarnos su historia, de cómo un día, mientras paseaba por el bosque que rodeaba su casa, encontró al gato negro, solitario y abandonado. Sintiendo compasión por el felino, lo llevó a su hogar, a medida que el gato se instaló en la casa, la atmósfera comenzó a cambiar. El comportamiento y la salud de la esposa del hombre empezó a deteriorarse gradualmente. Lo que una vez fue un hogar lleno de amor y risas se tornó en un lugar marcado por la tristeza y la extrañeza. La mujer, antes llena de vida, se volvió distante, como si estuviera siendo consumida, el animal y ella pasaban horas en solitario. Atormentado por la preocupación y la sospecha, decidió deshacerse del gato a quién culpabla, y nos confesó que se lo llevó al bosque, lo golpeó y lo enterró. Al levantarse al día siguiente, su mujer no estaba con el, la buscó , bajó al sótano, al abrir la puerta, se encontró con la escena macabra: su esposa yacía sin vida en el suelo, rodeada por un círculo de velas, mientras el gato negro descansaba ronroneando sobre su vientre. <Intenté atraparlo, intenté dejar la casa, pero él no me lo permitía> Nos habló de como enterró a su mujer en el sótano, desesperado, se sentó en su silla de madera, esperando le llegara su muerte. <El gato busca a mi mujer y alimenta su diabólico poder a través del cuerpo de otras personas>

La confesión del anciano nos dejó en un silencio sepulcral. <Tenemos que salir de aquí> dije, y fue entonces cuando apareció el gato y sin pensárselo, Lamb se lanzó sobre el animal intentando atraparlo, el gato no se movió, permaneció quieto, inmóvil, sin defenderse, como esperando ese momento. Lamb lo agarró, <¡no, detente¡> le grite, pero no me quiso oír, y sin dudarlo, agarró al gato con las dos manos y lo lanzó con fuerza contra el fuego de la chimenea.


Oímos gritos de dolor, la casa comenzó a temblar, el fuego comenzó a extenderse envolviendo todo, el anciano nos observaba impasible, el techo estaba envuelto en llamas consumiendo la casa, intentamos forzar puertas, ventanas, pero estábamos sin salida. Agotados nos rendimos, nos abrazamos en medio del salón, desesperados, sin saber que hacer, el humo y las llamas locubrían todo, apenas podía respirar y sentí desmayarme.


Tengo imágenes y vagos recuerdos, donde abro los ojos, estoy en el interior del coche, el claxon no deja de emitir su sordo sonido, la lluvia cae suavemente, y el olor a humo impregna el aire, Lamb yace a mi lado, inconsciente, con la cabeza sangrando, le golpeo en el hombro repetidas veces, intento inútilmente despertarlo, el humo es asfixiante, lucho por quitarme el cinturón de seguridad, el coche arde a mi alrededor, consigo abrir la puerta, gateo por el suelo, me alejo unos metros y me desplomo en el suelo.

Ahora me encuentro en la habitación de un hospital, la luz es tenue, y el sonido de los monitores resuenan en el aire. Mi mente está nublada, con escenas entremezcladas del coche, de la casa en llamas, de Lamb. El anciano y el gato negro aparecen en mi cabeza, es como una terrible pesadilla entre la realidad y el sueño.


El doctor y una enfermera entraron, notando que había recobrado la consciencia. <¿qué ha ocurrido?> pregunté con dificultades. Me explicaron que había sufrido un accidente de automóvil, y fui encontrada tumbada en la carretera, inconsciente a unos metros del coche, con contusiones internas, pero no temían por mi vida. Aún desorientada, pregunté por Lamb, esperando que la respuesta fuera diferente a lo que temía. Me informaron que no pudo salir del coche, y mi corazón se contrajo, las lágrimas amenazaron con desbordarse mientras luchaba por comprender lo sucedido, todo era confusión, el accidente, la casa, el anciano...


La enfermera, me pidió que descansara y se me acercó con amabilidad y una leve sonrisa y me dijo: <Por cierto, nos costó separar a su gato de su lado, se encuentra sorprendentemente bien, sin rasguños, ahora que está despierta, le diré al celador que se lo traiga para que le haga compañía, como ha estado inconsciente un par de días, no sabíamos qué hacer con él, y lo llevamos al Pabellón Infantil, para que animara a los niños y jugaran con él.>


Fin

Mi viaje astral (relato corto)



Mi viaje Astral (relato corto)



Mi interés por los sueños comenzó una madrugada, meses atrás, cuando desperté  desorientado, sobresaltado. Recordaba estar en un sueño, como  fotogramas sueltos, inconexos, donde me sentía calmado, cómodo y deseaba con urgencia regresar a él. 

No fue esa la única vez que sentí la necesidad de intentar volver a un sueño. No llevo una vida muy ajetreada y permanecer despierto a esas horas de la madrugada no era tampoco algo que me entusiasmara. Lo intentaba, pero resultaba difícil, así que busqué información en la web y descubrí que no era el único con esas extrañas experiencias.

Me topé con algo llamado Viaje Astral, y cientos de artículos de personas compartiendo experiencias sobre los “viajes” fuera de sus cuerpos. Al principio me costó creer en algo así, ni siquiera que fuera posible, pero ya sea por apatía o puro aburrimiento, decidí intentarlo.

Me compré un libro sobre técnicas para conseguir realizar las Proyecciones y tras leer los primeros capítulos, me tumbé en la cama y lo intenté. Casi lo dejo por imposible, pensando que era mera fantasía, pero al cabo de un rato tuve esa sensación, una especie de flash, no sé, como si estuviera flotando y pudiera verme a unos metros“desde fuera”, levitando en mi habitación, con una sensación de vacío... de libertad, continué con más entusiasmo, y me dejé llevar...

Y aquí me tienes ahora, con mi cuerpo yaciendo en la cama, inmóvil, relajado, respirando, pero como inerte, suspendido en el aire de mi habitación, mirándome, temeroso y angustiado, sin saber qué hacer, ni cómo regresar de nuevo a mi cuerpo, maldiciendo por no haberme terminado de leer por completo el maldito libro.

Me debato entre la fascinación y la inquietud, la sensación de flotar en la habitación entre sueños y realidad persiste y sigo sin comprender del todo cómo salir de esta encrucijada.

Mis intentos por volver a mi cuerpo son en vano, y la desesperación comienza a apoderarse de mi. Si mi madre me viera…<ahora mismo te estás bajando de ahí…> diría ella. <Soy como el éter del aire, madre.> < Una de idiota flotante…> su respuesta.

Veo detalles en la habitación que antes me pasaban desapercibidos. La suave luz, los rincones, sombras danzarinas en las paredes. Si embargo, mi atención se centra en mi propio cuerpo, inmóvil en la cama, como una marioneta abandona y sin hilos.

Me encuentro atrapado, intento recordar las páginas del libro, con la esperanza de encontrar alguna pista. ¿Habrá más idiotas como yo en este limbo astral? Intento tocar el libro sobre la mesita, pruebo a despertar mi cuerpo con gritos, abofetearme, pero soy como la sombra de un árbol intentando parar la lluvia.

A lo lejos escucho un susurro, ese sonido me es familiar, miro a mi cuerpo, tengo un extraño presentimiento si lo abandono, dudo, pero mi impulso me lleva a salir por la ventana y perseguir su procedencia. Sé que estoy sobre las calles, pero todo está borroso, difuminado, el sonido es cada vez más intenso, <me estoy acercando>. El ruido proviene de esa callejuela, el suelo está mojado, camino a oscuras pero el pitido es más y más intenso, continuo, en el suelo hay una cajita roja vibrando, me arrodillo, el silbido proviene de su interior. Puedo tocarla pero está cerrada, no veo por donde abrirla, lo intento, de la desesperación la lanzo contra la pared y el ruido desaparece, se hace el silencio. Inmediatamente los muros del callejón empiezan a resquebrajarse, intento salir, pero no puedo flotar, miro hacia arriba y veo balcones, ventanas y toda clase de muebles que se precipitan hacia mi, intento huir, pero el suelo se agrieta, tropiezo y caigo sobre un gran agujero que me va tragando poco a poco como si fuera arenas movedizas. Respiro agitadamente, tengo el corazón saliéndose por la boca…De repente, el zumbido vuelve a mis oídos, abro los ojos, es el sonido de mi despertador, sobresaltado, extiendo la mano y lo golpeo con rabia estampándolo contra el suelo. Estoy de nuevo en mi habitación, sobre mi cama, la luz de la mañana se filtra por la cortina, respiro hondo, la angustia del viaje se disuelve poco a poco, me incorporo sintiendo cómo la realidad vuevle a tomar forma. Soy yo otra vez en mi cuerpo.

Tengo dudas, no sé si he conseguido por fin realizar un viaje astral, o si todo simplemente ha sido un sueño. <Bueno, no tengo nada mejor que hacer, mañana vuelvo a intentarlo>




sábado, 18 de noviembre de 2023

La casa del columpio.




 Paul había estado inquieto durante toda la mañana, se levantaba repetidamente, acomodaba la leña en la chimenea y miraba recelosamente hacia la ventana. Allí estaba Marie, hasta no hace mucho su esposa, que permanecía en silencio, de pie y silenciosa desde las primeras horas del día. 

El aroma en la cabaña evocaba recuerdos y emociones pasadas; el humo dulce de la chimenea se entremezclaba con una fragancia cálida y familiar junto a los olores de una vieja lata ennegrecida que contenía un puñado de castañas crepitando lentamente al fuego, acentuando la atmósfera tranquila, pero tensa de la habitación,

La vida de Marie, en las útlimas semanas, se había convertido en una rutina repetitiva y monótona, se levantaba muy temprano, antes de las primeras luces del alba, encendía la hoguera, calentaba un poco de agua y se dirigía con su taza de té hacia la ventana, envuelta en el silencio y sin pronunciar palabra. Pareciera mirar hacia el horizonte, pero Paul sabía que solo observaba el columpio, un regalo hecho a mano de su abuelo, de quien heredó la cabaña años atrás, y Marie solo clavaba su mirada hacia  su hija Clara, que pasaba las horas bajo aquel viejo olmo, hasta bien entrada la tarde, al igual que lo había hecho ella cuando era pequeña.

Aunque el tiempo era templado, aún quedaban rastros de nieve entre las copas de los árboles y en el tejado de la casa, precepitándose de vez en cuando hacia la tierra. Marie apenas tocaba su té mientras, en el columpio, su hija Clara permanecía inmóvil, cabizbaja y mirando fijamente el suelo, sentada con su blusa y falda de vivas flores y colores, a veces, movía sus zapatos que flotaban en el aire como queriendo caminar sobre la hierba mientras agarraba fuertemente las cuerdas del columpio con sus pequeñas manos blancas como la nieve que la rodeaba.

La bruma iba desapareciendo cuando Paul, en uno de sus interminables viajes hacia la chimenea, derribó al suelo una de las tenazas que estaban apoyadas junto a la pared de piedra, golpeando el suelo de madera y en la tranquila casa sonó como el eco seco de un redoble lejano. Con cara preocupación miró hacia Marie, pero esta seguía sin inmutarse, como si nada que ocurriera en el interior de aquella vieja cabaña pudiera apartarla de su quietud y tristeza, y no apartó la vista de la ventana. 

Paul se acercó lentamente, procurando no hacer ruido, hacia su antigua compañera, se detuvo a apenas un palmo tras  ella y se percató de que el té en su taza estaba intacto y frío.

El rostro de Paul era un reflejo de la culpa, quería hablar con Marie de tantas cosas pero simplemente se limitó a esperar callado. Al cabo de un rato, con voz baja pero amable, se dirigió a ella: 

-"Veo que hoy has puesto castañas al fuego, los dos sabemos que le entusiasman... ¿crees que con ese truco animarás a Clara para que entre en la casa?"

Marie apartó la mano gélida que Paul había depositado sobre su hombro: "Clara está perdida y piensa que la he abandonado".

-"Aún recuerdo las navidades pasadas", (prosiguió Paul), "los tres sentados junto al fuego, cuando nos contabas historias de estos bosques y tu abuelo  hasta altas horas de la noche y nos quedábamos dormidos en el suelo de madera. Éramos... una familia afortunada."

Marie respiraba profundamente y simplemente permanecía inmóvil, guardando silencio, como si Paul no estuviera en la habitación.

Pasaron minutos y Paul suspiró, y si pudiera llorar en ese momento, lo hubiera hecho, y simplemente preguntó con voz apacible:

- “¿Cuándo crees que Clara estará preparada para volver?"

Marie, por un momento, salió de su estado de trance, giró levemente la mirada hacia Paul, y sin dejar de vigilar el columpio, contestó fríamente, reteniendo con dificultad sus lágrimas:

- "Aún sigo siendo su madre y no puedo guiar a mi hija hacia su propia casa, debe ser ella sola quien recuerde lo que pasó la noche del accidente en coche, que tú y ella moristeis en la ambulancia, camino del hospital...y solo así su espíritu podrá descansar".




viernes, 17 de noviembre de 2023

La Autopsia


La Autopsia Animal Post Mortem (necropsia)


    La sala estaba sumida en silencio, solo roto por el suave zumbido de las luces blancas fluorescentes del techo y el esporádico crujir de los guantes de látex del forense. En la mesa de acero inoxidable estaba el cadáver del animal en espera, mientras el forense ajustaba la grabadora que sacó del bolsillo de su bata verde.


-“Registro de necropsia número 00145, macho, adulto", aseveró el forense con voz firme y calmada.


-"Incisión torácica,", añadía dirigiéndose a su pequeño aparato, mientras que con el filo del bisturí iba descubriendo la trama intrincada de tejidos y músculos. Algunos hilos de sangre salían lentamente por la Y perfectamente trazada en el torso.


"Sección longitudinal del tracto digestivo". Las tijeras quirúrgicas y pinzas le permitieron explorar los órganos internos, extrayendo muestras de tejidos con una cucharilla para análisis histopatológicos posteriores más detallados y así poder diagnosticar la presencia de enfermedades.


"... Apertura del tórax completa" ... separaba las costillas e iba extrayendo y observando los órganos, a la vez que los depositaba en un pequeño contenedor que mantenía a su lado, junto a una mesita con el resto de instrumental

Era el turno de la sierra para huesos, que empezó a resonar y se podía percibir el peculiar olor a quemado para poder abordar la cavidad craneal, permitiendo al Dr. Evans examinar el cerebro con minuciosidad. 

"Inspección cerebral completa", registró en la grabadora mientras utilizaba agujas para extraer fluidos cerebrales. 


- Estado: dentro de los estándares aceptables.


 La soledad en cada procedimiento en aquel frío laboratorio era una rutina habitual convertida en un diálogo entre el forense y la grabadora que duró un par de horas más.


-"Evaluación general: Maduración no completa."


    Se apartó de la mesa quitándose sus guantes de látex completamente manchados de sangre y fluidos, los depositó en un cubo, mientras se dirigía al teléfono de la sala, marcando rápidamente el número.


-"Oficina de Investigación Forense, buenos días", respondió la voz al otro lado.


El forense habló pausadamente con la calma que otorga años de práctica y experiencia analizando a la misma especie.


-"Señor Anderson, soy el doctor Evans. He completado la necropsia del espécimen proporcionado en cuestión. El proceso de producción y maduración de la especie del Planeta Granja Alfa-50X1 está dentro de los parámetros normales requeridos, en general, se podría decir, está siendo un éxito y, como indico en el informe que le remito, pronto todo estará listo para la siguiente fase.


-“”¿tiempo estimado para el inicio de la recolección?“” (preguntó el señor Anderson)


-“”En mi opinión, podremos iniciar el periodo de cosecha dentro de dos ciclos solares, y si me permite añadir señor, será excelente.“”


 (Se hizo el silencio y esperó la respuesta del otro lado.)


-Muchas gracias, señor Evans, en breve su laboratorio recibirá el nuevo lote de especímenes humanos capturados procedentes del Planeta Tierra, para que prosiga con sus análisis, como así nos había solicitado. Que pase un buen día.




jueves, 14 de septiembre de 2023

-El Bóxer



EL BÓXER

(relato corto suspense)



Tendría yo unos 12 años cuando a mi padre fue promocionado dentro de la empresa, lo que nos obligó a los tres a mudarnos.
En el coche, camino a nuestro nuevo hogar, mis padres discutían animadamente sobre el nuevo barrio, mis horarios de colegio y los cambios que se avecinaban. Era evidente que ninguno estaba del todo convencido de que esto fuera fácil de asumir.

Mi padre giró el coche y nos adentramos en el nuevo vecindario. Todas las casas eran iguales, alineadas como cajas de zapatos, con dos plantas de color crema, un amplio jardín delante la puerta principal y otro algo más grande en la parte trasera que algunos vecinos utilizaban a modo huerto, o simplemente para reunirse con amigos junto a una barbacoa.

Al frenar el coche y detenernos al fin junto a nuestra casa, en el jardín contiguo, el vecino tenía un imponente perro marrón, atado con una cadena; aquel bóxer, que me pareció del tamaño de un caballo, clavó su mirada fijamente en mí y me enseñó sus grandes dientes como advertencia. Estuvo gruñendo desde que llegamos y no me atreví a salir del coche por un buen rato hasta que llegó la hora de bajar el equipaje. Siempre recordaré ese primer día.


Entre el ruido de maletas, cajas descargándose y las protestas del perro, salió de la casa nuestro nuevo vecino, un hombre de la edad de mi padre, alto, de porte grande pero fuerte, barba descuidada y una mirada enrojecida, quizás por el exceso de cerveza. Abroncó y maldijo en alto mandando callar al animal; ambos permanecieron de pie observandonos.

De alguna manera, el perro se soltó de su cadena y se abalanzó directamente hacia mí. Lo que ocurrió a continuación se volvió un borrón en mi memoria. Solo tengo imágenes fragmentadas de sus dientes amenazadores y su espuma blanca saliendo de su boca, mientras saltaba y se abalanzaba sobre mí. Caí al suelo, grité, pero no alcanzó a morderme. Más bien, parecía desafiarme, aplastando mi pecho con sus patas delanteras. Era un intruso en su reino.

Cada noche, al cerrar los ojos en mi cama, los gruñidos del perro y su mandíbula se convertían en pesadillas y apenas podía conciliar sueño.

Mis padres trataron de hablar con el vecino, pero no era muy dado a razonar, su forma de disculparse era pateando al perro y este le miraba desafiante pero se recostaba sobre sus grandes patas. No estaba dispuesto a tenerlo todo el día dentro de su casa.

Madrugaba para ir al colegio y nada más pisar la puerta, el gran bóxer se levantaba y me ladraba con todas sus fuerzas, estaba agitado, violento; estiraba de la cadena con tanta rabia que llegaba a alzarse de las patas delanteras tratando de alcanzarme.
No sé si los animales pueden estar poseídos, pero este, desde luego, tenía endemoniado su temperamento.

Mi miedo creció a tal punto que, al cabo de solo dos días, dejé de pasar por delante de su fachada, cruzaba y tomaba la acera de enfrente, pero el perro ahí seguía, mirándome, con ojos y mandíbula amenazantes.

El pánico se apoderó de mí cada vez más. Opté por salir de casa dando un rodeo en dirección contraria al perro para evitar su feroces ladridos cuando abría y cerraba la puerta. Pero el bóxer seguía obsesionándome en mi cabeza.


Al cabo de par de meses viviendo en el nuevo barrio, al regresar del colegio, vi nuestra calle llena de ambulancias y coches de policías, con las luces y sirenas encendidas. Un gran cordón policial impedía que me acercara a nuestra casa, y entre la multitud, mi madre me vio salió corriendo hacia mí y me abrazó. Estaba mudo, sorprendido, sin entender nada y con el corazón cada vez más y más acelerado.

No había mucha gente en el vecindario pero todos estaban en la calle, frente a nuestra casa; creo que ninguno de nosotros jamás olvidaría eses día, cuando la policía sacó esposado a nuestro nuevo vecino y lo introdujo en un coche patrulla. Mi mente sólo tenía una cosa en la cabeza pero no había rastro del bóxer por ningún lado.


Pasaron horas y la policía permitió que volviéramos a nuestras casas; pregunté a mis padres por lo sucedido y por qué había policías en el jardín trasero excavando.

Nunca me dijeron nada ese día, solo sé que me abrazaban; entre el miedo y el ruido de la policía en la casa de nuestro vecino, mi padre nos llevó a un hotel y pasar allí un par de días alejados del caos del barrio.


Días después, mis padres decidieron contarme la verdad; nos sentamos los tres en el salón y relataron lo que se sabía de lo sucedido:

Hacía tiempo que policía estaba investigando la desaparición y secuestro de una serie de niños en circunstancias misteriosas, y el vecino coincidía con la descripción proporcionada por un testigo. Durante el interrogatorio en su casa, los detectives no encontraron ninguna evidencia incriminatoria. El vecino había llevado una vida aparentemente normal en el vecindario durante años y nadie sospechaba lo que estaba ocurriendo detrás de esas puertas. Sin embargo, cuando se marchaban, el perro, que parecía más inquieto de lo normal, comenzó a ladrar y a arañar frenéticamente el suelo de madera de la cocina, percibía que era hora de vengarse por años de maltratos y patadas; el dueño enfurecido y nervioso, intentó acallar al perro, pero había puesto sobre alerta a la policía. Dueño y perro se enzarzaron en una pelea de gruñidos, mordiscos y puñetazos, eran dos béstias desesperadas luchando por la supervivencia. La policía intuía que algo no iba bien en esa casa y permaneció de pie, atónita y dudando si usar las pistolas; durante ese momento de indecisión, el vecino con una mano ensangrentada y el boxer a dos centímetros de su cara, alcanzó coger con la otra un cuchillo de la mesa y lo clavó en el pecho del animal, cayendo ambos al suelo, e inmediatamente fue esposado. El bóxer, tumbado  e inmóvil en el piso, dejó de respirar. 

Durante días, policía y forenses envueltos en trajes y guantes blancos, excavaron en el jardín del vecino y levantaron parte de la cocina, encontrando un sótano insonorizado, con paredes cubiertas de marcas y arañazos, una cama y cadenas de acero. En la casa se halló un ordenador lleno vídeos detallando cómo la mente perturbada del vecino había cometido los asesinatos. Los cadáveres hallados se introducían en bolsas negras, restos de  huesos y ropa que se iban encontrando en cada metro cuadrado. El silencio en el interior de la casa contrastaba con los gritos de dolor de los vecinos que se amontonaban afuera cuando introducían el contenido de las bolsas en una ambulancia y se marchaba hacia el depósito. Entre el sonido de las sirenas y el llanto de la gente, llegaba otro coche más para continuar exhumando cuerpos. 
Algunos oficiales, exhaustos y abrumados por lo que habían descubierto, salían ocasionalmente al aire libre para vomitar y liberarse de la náusea que se apoderaba de ellos.

La comunidad quedó marcada por lo que había vivido en su propio vecindario. El horror que había estado ocurriendo a sus espaldas, durante tanto tiempo, finalmente había salido a la luz, aunque, la policía tardó años en esclarecer las identidades de las víctimas y cómo nuestro vecino, llevando una doble vida, pudo aproximarse y secuestrar a más de una veintena de niños que habían desaparecido en los últimos diez años sin haber levantado ninguna sospecha y sin que la policía tuviera apenas un par de pistas de lo que estaba sucediendo.


Nunca sabré con certeza lo que intentó el animal, pero sé, que de alguna manera, mantuvo a mis padres siempre alerta y me infundió miedo para mantenerme alejado de su casa y, quizás, no correr la misma suerte que los otros niños y, a su manera, salvaría mi vida.





martes, 5 de septiembre de 2023

- LA TORMENTA


LA TORMENTA
(relato corto suspense)


    Era una noche como cualquier otra en la vida de Álvaro, un joven aficionado youtuber con un canal de cine. Vivía alejado de la gran ciudad, le gustaba la tranquilidad y se había alquilado una casa en un pequeño pueblo en el campo. Sus seguidores lo conocían por su carisma y su amor por las películas retro y cine serie B, y a pesar de no tener una audiencia masiva, disfrutaba interactuando con sus seguidores en sus transmisiones en vivo desde su habitación, en el primer piso de aquella vetusta casa.

    Había decorado su rincón con pósters de clásicos del cine, con musas como Ava Gardner y otras tantas estrellas de cine, estantes llenos de cintas VHS, DVD´s y libros antiguos. Su ordenador, era su ventana al mundo.

    La noche transcurría con normalidad mientras se preparaba para su próxima transmisión en vivo. El reloj marcaba las horas y la atmósfera en su habitación era relajada, como de costumbre. Los pocos seguidores que se habían unido a la transmisión esperaban ansiosos verlo, la gente lo adoraba por su facilidad palabras y cariño hacia el cine. Pero nadie estaba preperado para lo que iba a suceder esa noche.

    Justo cuando se disponía a iniciar la transmisión, saludando con su habitual frase de inicio: “Hola, muy buenas noches a todos, bien-ve...”, un trueno atronador retumbó en el cielo y la lluvia comenzó a caer con intensidad contra el techo de la casa. El repentino cambio  lo interrumpió e hizo que parara su frase a mitad. El sonido de las gotas de lluvia chocando contra la ventana se mezcló con los truenos, creando un telón de fondo funesto que sumergió la habitación en una inquietante semi-oscuridad.

    Álvaro, mirando a la cámara de su ordenador, sonrió nerviosamente. “Parece que la lluvia quiere unirse a la sesión”, bromeó, tratando de mantener su calma ante el inesperado cambio de clima. Sin embargo, no pudo evitar sentir un escalofrío que recorrió su espalda mientras la tormenta continuaba en el exterior.

      A medida que analizaba cada escena de la película los comentarios de ánimo y emoción y alguna que otra risa comenzaron a llegar.

    Pero la tormenta no estaba dispuesta a dejarlo en paz. La electricidad en la casa parpadeaba y la conexión a Internet se volvía intermitente. La imagen en su pantalla oscilaba y se distorsionaba, haciendo que la película se volviera borrosa en los momentos cruciales. Álvaro luchaba por mantener su compostura y continuar como si fuera una noche cualquiera. Pero no lo era.

    Mientras tanto buscó en el canal de noticias algún dato sobre el tiempo y se hablaba de una borrasca en la zona que nunca antes se había visto en esos lugares. Álvaro apenas podía escuchar las voces de los presentadores con el estruendo del temporal, pero las imágenes mostraban un sistema de grandes nubes negras que parecía haber surgido de la nada.

    La sensación de que algo no estaba bien se apoderó de él mientras intentaba continuar con su transmisión en vivo en medio de la tormenta.

    El vendaval fuera de la ventana continuaba su furia, iluminando y golpeando la habitación con destellos de relámpagos esporádicos. La audiencia, comenzó a mostrar signos de intranquilidad.

"¿Qué está ocurriendo?¿Estás bien?" preguntaban en el chat. La preocupación era compartida por otros. Álvaro trató de mantener la calma: "Sí, todo está bien, solo un poco de mal tiempo. Estamos bien aquí."

    Pero las palabras tranquilizadoras no podían ocultar su cara inquietud. No recordaba una tormenta como esta, parecía cobrar vida y no tener fin, daba la sensación tenerlo aislado en su casa de campo. Los truenos y los relámpagos parecían dirigirse directamente hacia su casa.

Los comentarios seguían llegando, pero ahora eran aún más extraños y perturbadores. Comenzaba a sentirse vigilado, como si estuviera atrapado en una pesadilla. El presentimiento, de que algo oscuro y tenebroso se acercaba, se hacía cada vez más y más intenso.

     Poco a poco, cada palabra que decía, cada acción que realizaba, era anticipada por los miembros del chat, sus seguidores escribían y respondían a preguntas que aun no había dicho y aun seguián en su mente.

 "Sé lo que piensas" "Sé lo que piensas" apareció repetidas veces en pantalla. Pero cuando preguntaba quíen lo había escrito, el chat ignoraba sus preguntas. 

La sensación de paranoia se apoderó de él mientras intentaba entender lo que estaba sucediendo, sentía estar atrapado en su transmisión en vivo mientras la tormenta continuaba azotando. Álvaro se sentía más vulnerable y abrumado, los minutos se volvieron interminables.

    En un intento por romper este bucle aterrador, decidió despedirse de su público. Se desconectó de la transmisión y apagó su ordenador. Sin embargo, en lugar de encontrar alivio, se encontró atrapado en la oscuridad de su habitación, con la tormenta bramando afuera.

    Un rayo rugió, iluminó su habitación por completo y su ordenador se encendió de nuevo, sin que nadie lo tocara y lo conectó a su transmisión. Volvio a apagar el ordenador, esta vez desenchufándolo de la corriente pero mientras estiraba del cable, otro rayo mas estruendoso sonó fuera, sonó como el eco de un “Noooo” lejano y el ordenador volvio a conectarse.

   Cada vez que intentaba desconectar su ordenador, se encontraba de nuevo en la misma habitación, enfrentado a los mismos comentarios de su audiencia, a las mismas acciones y con la tormenta  furiosa tras su ventana.

    Comenzó a cuestionarse su propia realidad, o simplemente se estaba volviendo loco, debía encontrar una manera de salir antes de que consumiera su cordura por completo y escapar de ahí.

    Se levantó de su silla con manos temblorosas y se dirigió hacia la puerta de su habitación. La urgencia por escapar lo impulsaba. Sin embargo, cuando intentó girar el pomo, una fuerza invisible pareció sujetar la puerta con una crueldad. Cerrada con llave o no, la puerta se resistía a ceder, sin importar cuánto hiciera o cuánto sudor corriera por su frente. El pánico lo inundó mientras sus gritos de rabia y desesperación se mezclaban con el sonido de la tormenta.

Mientras forcejeaba, una descarga eléctrica salió del pomo y lo tumbó al suelo, alejándolo y dejándolo incosciente unos segundos. Allí estaba el, aturdido y dolorido, sin poder escapar.

    La habitación parecía menguar a su alrededor, y la tormenta, tenía el control absoluto sobre su entorno que se revelaba cada vez más como algo siniestro, rugía con ferocidad en el exterior. Con dificultad, se levantó y volvió a su ordenador.

  De repente, apareció un comentario que se repetía y repetía en la pantalla : "enfréntate a la tormenta, enfréntate.”

    Se levantó de su silla angustiado, vaciló, se acercó y miró por la ventana. Tenía miedo. La lluvia caía en láminas y los truenos resonaban como tambores de guerra. En ese momento, sintió una presencia oscura y siniestra que emanaba de la tempestad y lo arrastraba directamente hacia ella.

    Abrió la ventana y dejó que el vendaval cayera sobre él. El agua lo envolvía, y un sentimiento de conexión con algo más grande que él mismo lo invadió. Sabía que debía hacer frente a la tormenta, aunque ignoraba qué consecuencias traería, y ya bien, por el agua, o bien por el miedo, no dejaba de temblar y su cuerpo apenas le respondía.

    Se quedó petrificado al presenciar la transformación de la tormenta justo delante de él en algo mucho más siniestro y poderoso de lo que jamás había imaginado. Rayos y relámpagos danzaban alrededor, formando un vórtice que lo absorbía hacia un abismo desconocido, incapaz de resistirse a su poder, se sintió arrastrado hacia la oscuridad. Era una batalla entre su voluntad de sobrevivir y un poder malévolo e invisible.

    Dentro del vórtice de la tormenta, se encontraba atrapado y desesperado, sintiendo cómo cada ráfaga de viento y cada rayo lo arrastraban, como si estuviera siendo devorado por la propia furia de la naturaleza. La tormenta lo acechaba, una entidad oscura que no solo conocía sus pensamientos y temores más profundos, sino que parecía nutrirse de su angustia, como si su miedo fuera su alimento en este abismo retorcido y sobrenatural.

    La tormenta, en su furia se reía de su miseria, distorsionando la realidad a voluntad y haciendo que cada paso que daba lo llevara más profundo en un abismo de desesperación. Álvaro intetó correr y huir pero cada intento de escape solo lo sumía en una pesadilla aún más retorcida y aterradora

       Cada vez que intentaba buscar una salida, la entidad lo arrastraba hacia nuevas pesadillas y horrores. En un momento, se encontró frente a una puerta oscura que parecía ser una salida de su habitación, pero al abrirla, se adentró en un pasaje laberíntico que lo llevó a un pozo con aguas más profundas y siniestras que la propia tormenta. Abrió otra puerta y se enfrentó una criatura terrorífica de tres cabezas como salida del mismísimo infierno que lo perseguía a través de un paisaje desértico con dunas infintas repletas de huesos de esqueletos.

    No había esperanza de escapar, tenía la sensación que estaban pasando años y todas sus acciones habían sido inútiles, estaba agotado por completo. La desesperación lo inundó mientras enfrentaba el hecho de que estaría atrapado en este mundo retorcido para siempre.

    La entidad oscura, consciente de su derrota, se manifestó ante él en una forma que desafiaba toda comprensión. Era una figura sombría, parecía tener forma serpiente con múltiples ojos rojos, una criatura imponente como salida del averno que se cernía sobre él. Su voz un siseo ensordecedor en su mente. "¿Por qué luchas, Álvaro?" "Estás en mis dominios y aquí no hay lugar para los vivos."

      Las palabras retumbaron en su cabeza, llenándolo de un terror que inmovilizaba su cuerpo, trataba de poner sus manos en sus oídos para paliar el dolor y se rindió. Se dejó caer de rodillas en el suelo retorcido y miró hacia arriba, hacia el sinietro ser que lo observaba. "¿Qué quieres de mí?" preguntó, su voz temblorosa en el quiebre de su desesperación

    La entidad sonrió, una carcajada soltó pero no era de este mundo, no era humana, y el viento le sacudió con fuerza, como un huracán, era más un gesto de satisfacción y triunfo que de alegría. “No temas, Álvaro, serás parte de mi eterno espectáculo, y tu sufrimiento alimentará a mis cuervos, solo observo de qué forma quieres entregarme tu vida".

    Tras esas palabras, la entidad se desvaneció en la oscuridad, y una tormenta rugió envolviendo a Álvaro y haciendolo desaparecer.


    A La mañana siguiente, la casa de campo de Álvaro fue el escenario de una escalofriante escena. La policía, al principio pensó que era algún tipo de broma, pero ante la insistencia de las llamadas de sus seguidores preocupados por su desaparición y los extraños sucesos que habían ocurrido en su última transmisión en vivo, decidieron irrumpidir en su hogar.

    Los agentes derribaron la puerta de la habitación. Lo que encontraron los dejó sin aliento y la luz de sus linternas temblaban en cada punto de aquel lugar. La habitación estaba empapada en sangre, con manchas que adornaban las paredes y el suelo. Frases macabras habían sido garabateadas en las paredes con una escritura que parecía haber sido hecha con sus propios dedos y sangre.

   Las palabras escritas parecían ser los comentarios que los seguidores habían hecho en pantalla durante su última transmisión en vivo. "¡Sal de ahí!", "¡La tormenta es peligrosa!", "¡Estás en peligro!", "¡Aparta de la venana¡"

    Pero lo que más asustó a los agentes de policia no fue la oscuridad del lugar, ni las pinturas hechas con sangre, lo más escalofriante era el olor del lugar. No olía a nada, ni aroma ni hedor, a nada. Era como estar sumidos en el vacío.

   La policía se ritiró del lugar sin pronunciar palabra, decidieron en silencio volver en la mañana pero no encontraron rastro de él.

        Interrogaron a los vecinos y revisaron las grabaciones de la transmisión en vivo, pero no pudieron encontrar ninguna pista que explicara lo que había sucedido.

      La policía nunca pudo resolver el caso, la casa de campo fue abandonada y marcada como un lugar maldito, una tumba silenciosa de una historia que se convirtió en una leyenda urbana, una pesadilla que continuó acechando a quienes la conocieron pero que poco a poco se fue olvidando con el tiempo y aunque las heridas comenzaron a cicatrizar, la sombra nunca desapareció por completo y nadie sabe lo qué sucederá en la siguiente retransmisión cuando vuelva la tormenta.

    Tened por seguro que todo esto ocurrió, porque yo estuve presente esa noche.



Fin.


lunes, 26 de junio de 2023

- Juana y Dolores

 


Juana y Dolores


Abuelo, cuéntame otra vez la historia de por qué

en nuestro pueblo no hay palomas”

Santa Cristina Del Camino, era un pequeño pueblo del centro Andalucía, a media jornada de Córdoba, como sacado de una obra de teatro desdibujado en medio de la campiña. Con calles empedradas y estrechas, hecho de ladrillo viejo y ataviado con cal viva.

Era un pueblo apacible y tranquilo, dedicado a la aceituna y plantar el ajo, famoso por sus fiestas primavera. Gentes de generoso y cordial saludo, amantes de la paz y el ritmo tranquilo, pero si había la menor oportunidad, no desdeñaban en debatir sobre cualquier chascarrillo.

Cada año, desde que los más viejos tienen recuerdo, queda menos gente joven para llenar los patios del colegio; poco a poco todos y todo va menguando. Unos se habían ido a la capital para estudiar, otros en busca de mejor trabajo que la labranza. Muchos, no regresaron.

En invierno era un trajín de tractores yendo y viniendo del campo. En las fiestas de primavera, en honor a la nueva cosecha y algún que otro santo, todo el pueblo se volcaba engalanando los patios, danzando y comiendo afuera. Y en el verano, las cigarras cuelgan el traje con tardes de silencio y larga siesta que hasta las 8 de la tarde no se aventuran a asomar nadie la cabeza.

En San Miguel, que todo el mundo se llevaba bien, vivían Juana y Dolores, dos ancianas amadas por los vecinos del pueblo por igual, solas en esta vida, que se veían atrapadas en el enredo de viejas disputas y rencillas paridas en las ya olvidadas horas de la Guerra Civil.

No se permitían el lujo del saludo, mas, evitaban todo contacto mutuo, como si un invisible paredón las separase.

Aunque compartían la misma pena de ser viudas en aquel rincón, cada una llevaba el peso y el luto a su manera.

En sus rostros ajados, se vislumbraban las líneas que el tiempo había bordado con paciencia, testigos vivientes de los días que habían vivido y los secretos que resguardaban.

La historia de su enemistad, es también la historia de sus dos maridos, que se enrolaron en cada uno de los dos bandos enfrentados durante la guerra.

El esposo de Juana, fiel seguidor del bando republicano, había tenido que refugiarse en las montañas al finalizar el conflicto. Por su parte, el marido de Dolores era guardia civil y tras la guerra estaba a cargo de una cuadrilla persiguiendo por el monte a los delincuentes y forajidos.

En una de esas tantas incursiones en las montañas, que su mayoría terminaban de vacío, el esposo de Dolores sufrió una emboscada. No hubo ningún testigo.

El esposo de Juana nunca regresó ni se le vio nunca mas por la sierra. Se tejieron rumores acerca de su trágico destino... que si despeñado por un cerro o ahogado en un río. Algunos incluso afirmaban que se fue para tierras francesas. Nadie sabía la verdad

Juana y Dolores apenas pueden recordar con facilidad hasta su propio nombre y, sin embargo, a pesar de muchos inviernos vividos y algunos olvidados, ni el paso del tiempo había logrado borrar las viejas rencillas.

Después de pasar la mañana danzando por el mercado y hablando con los vecinos, a Juana y Dolores gustaba de descansar en la Plaza del Pueblo. Con buen tiempo un sitio muy concurrido, custodiado por naranjos a ambos lados, donde convergen la historia y el presente. Es un espacio que destila encanto y serenidad, donde el tiempo parece desvanecerse y en frente, donde el palpitar del pueblo encuentra su eco, custodiando con su fachada de adobe rojo y piedra antigua, el Ayuntamiento.

Les gustaba sentarse en un banco de piedra bajo la sombra y tirar de su bolsillo un poco de grano o pan duro a las palomas que de poco en poco se iban congregando. Algunos días, más muchos que menos, luchaban por madrugar antes que la otra y coger pronto la buena sombra. La que llegaba tarde y demoraba, se iba bien distante.

Así eran todas las tardes y sus días, o si no, las encontrabas en misa del viernes, sábado y domingo que confesaban en diferentes parroquias del pueblo pero para sus adentros la más devota del mismo Santo.

Los vecinos las saludaban a su paso o bien charlaban con ellas un rato. Algunos estaban con el dolor de Juana, otros lloraban y platicaban con Dolores. Las aves agradecidas y sin bando. 

Esa tarde de verano hizo mucha calor, hasta los tenderos de la plaza cerraron los portones pronto, pero allí aparecieron por diferentes calles Juana y Dolores a la vez, y cuando se vieron, aceleraron el paso y las dos se plantaron frente a frente en el mismo banco. El destino nunca pensó que la moneda pudiera caer de canto. Insultos y graves ofensas se escucharon. 

Cuando una quería sentarse, la otra le estiraba del brazo. Los pocos vecinos que por allí rondaban a esas calurosas horas presenciaron como estatuas sin hacer nada ni saber qué decir en esta tragicomedia; algunos niños se reían viendo a dos abuelitas estirándose de los pelos y agarradas a las faldas. La enemistad acumulada por años y la calor del verano no ayudaron a apaciguar los ánimos. Se escupieron y arañaron.

Así pasaron un buen rato hasta que uno de los vecinos, el tabernero, decidió intervenir, pero ya era tarde para las dos ancianas que antes de que llegara una perdió el paso y cayó sobre la otra arrastrándola al suelo y el accidente trocó en desdicha.

Llamaron rápidamente a la ambulancia que debía llegar desde el pueblo de al lado...los allí presentes intentaron reanimarlas usando abanicos y presionando arriba y abajo sus pechos de forma incansable pero todo fue en vano. Demasiados años salvados, calor, fatiga y esfuerzo.

El pueblo se sumió en un instante en silencioso siseo ante tal desgraciado escenario, una trágica melancolía recorrió sus adentros.

Pasados dos días se celebró gran una misa que acudió todo el pueblo. Gentes de fuera, más curiosos que dolidos,  también vinieron a dar el pésame en memoria de los que partieron. Hasta vino un cura de la capital para acompañar en el servicio. Susurros angustiados y lágrimas en torrente interrumpieron constantemente. La comitiva hasta el cementerio estaba presida por el Alcalde y ni los niños se quedaron atrás en esta procesión. Se depositaron muchos ramos de flores, más lágrimas y murmullos. Se rogó 2 minutos de silencio, uno por cada una de las ancianas y despedir sus almas.

Las campanas del pueblo redoblaron por un buen rato, en el ocaso tañó su canto, y se dio por finalizado el sepelio. Todos los vecinos se retiraron y hasta las palomas del campanario alzaron el vuelo en oscuro luto cubriendo el cielo.

Y ese fue el último día, que se vieron palomas volar en el pueblo.


sábado, 24 de junio de 2023

- El Caso Eve

 

El Caso Eve

revision 2.0


   Leo era un hombre introvertido y reservado, cuya vida se desenvolvía en la monotonía de una oficina anodina. Pasaba la mayor parte de sus días inmerso en labores que, aunque para otros parecían inconexas y aburridas, Leo cumplía meticulosamente y sin mayor esfuerzo.
    Le gustaba analizar datos, tablas y estadísticas para su nuevo jefe, un “asesor financiero” en una empresa de poca monta, sin que este llegara a comprender del todo el propósito de su trabajo. Sin embargo, su dedicación y lealtad eran notables, y era respetado por ello. Nunca sabrá lo alto que hubiera llegado en el mundo de la Bolsa, si su antigua empresa no hubiera quebrado.
    Leo era cautivo de su propia timidez y cautela, como si fueran cadenas que lo ataban a la sombra de la incertidumbre, prefería la tranquilidad y la seguridad de su rutina, amaba los momentos de silencio. Era apreciado por muy pocos por su valía e ignorado por la mayoría de la oficina, incluyendo su joven jefe.

    No era aficionado a los riesgos ni a los encuentros casuales, por ese motivo, cuando su compañero de trabajo, Michael, le sugirió probar una página de citas, Leo se mostró reticente y dudoso. Sin embargo, a regañadientes, decidió darle una oportunidad a la idea.
.
-“¿Por qué no? Pensaba, ¿qué puede salir mal?”

    A través de la plataforma virtual, Leo se adentró en un mundo desconocido y lleno de incertidumbres, un mundo que no dominaba ni controlaba con callejones sin destino, donde se sentía torpe y errático y fue así con el pasar de los días que se topó con Eve, una mujer que despertó su curiosidad y su fascinación desde el primer momento.

    Aunque sus intercambios de mensajes eran limitados y cautelosos, Leo con el paso del tiempo, empezó a sentir una conexión especial con Eve. La forma en que ella se expresaba, la misteriosa sonrisa en su fotografía de perfil y las conversaciones que mantenían despertaron en Leo una chispa de emoción y aventura que estaba dormida en lo más profundo de su ser.

-“¿quién eres?”, se preguntaba Leo así mismo constantemente.

    Con cada mensaje nuevo se iniciaba un juego de complicidad un acercamiento que hacían sentir a Leo que había más en Eve de lo que podía imaginar. Su personalidad intrigante y su aura enigmática lo cautivaron de inmediato, atrayéndolo hacia un mundo oscuro y apasionante y mundo nuevo del que nunca había formado parte.

    Pasaban los días y Leo se convirtió en un personaje atrapado por el deseo, un hombre que comenzó a vislumbrar la posibilidad de un mundo más emocionante más allá de los confines de su oficina y su vida cotidiana. Eve se había convertido en una salida, un catalizador que despertaba en Leo un anhelo de vivir una vida más plena y apasionada.
    Poco a poco, Leo fue liberándose de sus ataduras y decidió dar un paso más y accedió encontrarse algún día cara a cara en un bar, un lugar neutral y discreto donde pudieran conocerse y cenar. Ese encuentro en el bar marcaría un punto de no retorno en la vida de Leo, sin embargo, la aparición de Eve en su vida lo impulsaba a explorar y a cuestionar las barreras y escudos que por años él mismo se había autoimpuesto. Los nervios y dudas lo embargaban, pero estaba dispuesto dejarse llevar por la corriente desconocida que le arrastraba hacia Eve.

                                     ---------------------------------------

    No había tiempo para echarse atrás y que su cita llegara tarde no ayudaba a apaciguar la ansiedad que Leo intentaba en vano ocultar al camarero detrás de la barra mientras le ofrecía otra copa.
Se encontraba sentado solo en el sórdido bar, la incertidumbre y los nervios danzaban en sus ojos oscuros. Habían pasado años desde la última vez que se aventuró a una primera cita, y esta noche era diferente. No había lugar para las casualidades. Mientras saboreaba su copa, y miraba inquieto aquel lugar, una sensación inquietante se apoderaba de él, como si presintiera que algo se avecinaba o simplemente era incapaz de controlar sus nervios.

-“¿Desea otra copa, señor?”

-“Sí, gracias” respondió Leo, tomando un sorbo y desviando la mirada hacia la puerta, esperando ansiosamente.

    En ese preciso momento, la puerta del bar se abrió y entró ella. Su figura no destacaba entre la multitud, aunque su vestimenta era sencilla y de apariencia discreta; sin embargo, había algo en ella que atraía las miradas de aquellos que se cruzaban en su camino. Su distintiva y exuberante melena negra, rizada y llena de vida, resaltaba entre las parejas anónimas que llenaban el bar, capturando la luz de manera seductora. Era como si cada rizo fuera un enigma esperando ser desenredado.

    Una mueca de su boca era suficiente para otorgarle un aura magnética y enigmática. Era como si ocultara miles de secretos profundos y emociones intensas detrás de su apariencia aparentemente calmada.

    Su encanto radicaba en esos detalles sutiles pero poderosos, que despertaban el interés y la fascinación de aquellos que se atrevían a adentrarse en su mundo.

-“Buenas noches, Leo” - dijo con una sonrisa dulce y amable.

    Se sentaron frente a frente en la mesa, rodeados por la atmósfera ausente del restaurante como dos jugadores de ajedrez decidiendo quién tomaba el primer movimiento.
    Leo buscaba las palabras adecuadas mientras observaba a Eve, pero esta callaba burlona, sabiéndose experta en un juego que su rival no alcanzaba siquiera comprender.

-“Hay conexiones invisibles, Leo, que nos unen con personas que jamás imaginaríamos. El pasado puede ser un laberinto misterioso”

    Eve sonrió de manera enigmática, jugueteando un rato con su copa y apoyando su barbilla en sus manos mirando fijamente a Leo.

-“¿Alguna vez has ido a un concierto de jazz?”

    Leo negó con la cabeza, sintiéndose un poco avergonzado, con un solo movimiento, se vio derrotado. Eve inclinó ligeramente la cabeza, mostrando compasión con un brillo travieso en sus ojos.

-“Bueno, tal vez podamos cambiar eso en algún momento.”

    Los minutos pasaban, siguieron conversando, riendo y maniobrando cuidadosamente en un juego, que poco a poco Leo creía que aún no estaba todo perdido, pero con cada pregunta de ella, Leo estaba más arrinconado.

-“Me intriga saber más sobre ti, Leo. Hay algo en ti que me resulta fascinante. Eres reservado, pero veo un brillo de curiosidad en tus ojos. ¿Hay algún sueño o deseo que hayas mantenido oculto dentro de ti?” - preguntó Eve, desafiando su timidez con suavidad.

    Leo se tomó un momento para reflexionar, sintiendo cómo las barreras se desvanecían poco a poco.

-“Creo que todos tenemos nuestros sueños guardados en algún rincón de nuestro corazón. Pero a veces, la vida nos presenta oportunidades inesperadas para perseguirlos. Tal vez esta noche no fue una casualidad”

    La velada continuó, entre risas, gestos sutiles y una conexión creciente. Leo se encontraba encantado por la perspicacia de Eve y su habilidad para hacerlo sentir especial. La tensión inicial se desvaneció, dejando espacio para la complicidad y el deseo mutuo de descubrir más el uno del otro.

    Al final de la cena, Leo se dio cuenta de que esa noche era solo el comienzo de una historia fascinante. La magia que se había creado entre ellos era palpable, y ambos sabían que había mucho más por explorar y descubrir en el camino que tenían por delante.

    Decidieron caminar de regreso. El camino hacia el apartamento de ella fue una amalgama de luces, risas y sombras alargadas. Una sensación palpable flotaba en el aire, creando un nudo en el estómago del hombre.

Eve: (mirando pensativa hacia la noche) -“Leo, ¿alguna vez te has preguntado cómo sería si pudiéramos cambiar nuestras vidas por completo... que nos falta algo, algo que anhelamos desesperadamente y que haríamos cualquier cosa para alcanzar ese sueño?”


-¿A qué te refieres, Eve? Preguntó sorprendido

-“Imagina por un momento que pudiéramos deshacernos de todas nuestras cargas y empezar de nuevo, en un lugar lejano, donde nadie nos conozca y podamos ser quien queramos”
-“Suena tentador, pero...
-”Es solo un pensamiento fugaz que me ha venido a la mente. A veces, me pregunto si nuestras vidas podrían ser diferentes, si hubiéramos tomado decisiones distintas en ciertos momentos del pasado. Mientras caminamos por estas calles, me pregunto qué oculta el velo del pasado. Cuántas historias se entrelazan en los recovecos de esta ciudad. ¿No te parece fascinante cómo nuestras vidas pueden cruzarse sin que siquiera lo sospechemos?
-”de repente vuelves a comporta tan enigmática como en la cena, Eve”
(entre risa burlona) -”No te preocupes demasiado por ello, solo son divagaciones, Leo. Vamos, ya casi hemos llegado.”

    El apartamento poseía la misma sencillez y belleza de Eve, humildemente amueblado, pero acogedor. Luces tenues discretamente colocadas en alguna mesilla aquí y allá, pero suficientes para hacerlo un rincón apacible y acogedor

-”¿te apetece escuchar un poco de jazz? Preguntó Eve mientras le ofrecía una copa vino.”

    Dentro de aquel refugio privado, la tensión alcanzó su punto máximo. Las palabras se volvieron susurros cargados de intenciones ocultas, mientras ella, con movimientos elegantes y sensuales, comenzaba a despojarse de sus capas de seducción.

    Leo no podía dejar de mirarla a la cara. Lo que más destacaba en su rostro eran sus labios, una declaración audaz y vibrante que contrastaba con su apariencia modesta. Eran labios que parecían susurrar misterios y promesas, una invitación irresistible a aventurarse en su mundo enigmático, labios de color intenso, pequeños y apasionados, seductores y a la vez prohibidos. Eran unos labios... de color rojo maldito.

    Con cada sonrisa o ligera mueca de sus labios, le atraían la atención de quienes se encontraban cerca, despertando la curiosidad y el deseo.

    Cada compás era una excusa perfecta para acortar las distancias, y antes de que terminara la primera pieza, se encontraban de pie en mitad del salón fusionados en uno, y se besaron.

-“Desnúdate despacio”, le susurró al odio con voz cálida y firme.

    La falta de experiencia y el nerviosismo de Leo traicionaron su deseo. Sus manos temblorosas apenas lograron desprenderse torpemente de su ropa, revelando su vulnerabilidad en contraste con la confianza implacable de ella que permanecía frente a él serena e indiferente.

-“¿Te apetece jugar a un juego, Leo?”

Fue entonces, en ese instante fugaz, cuando su mundo empezó a resquebrajarse.

(Con una mirada furiosa y penetrante) -"Leo, Tú eres la pieza de mi búsqueda de respuestas en el camino, cada historia que cuentas, cada secreto que callas, es como un hilo que me conduce hacia una tela de intrigas y misterios. Mi curiosidad no es solo casualidad, sino una necesidad de desentrañar los enigmas que te rodean. Hay secretos que guardas, y estoy dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias para desvelarlos”

    La habitación se sumió en un silencio sepulcral mientras ella, con ojos brillando con una mezcla de desafío y malicia, con una sonrisa desconcertante, abrió un cajón, sacó un arma y mientras se acercaba a él, Leo descubrió que ese mismo que había encendido su pasión, ahora era una mueca cruel y amenazante.

-“! Sal de mi casa!", ordenó mientras le apuntaba a la cara.

    Con una voz fría y cortante, lo expulsó de su morada, dejándolo desnudo y desorientado en el oscuro pasillo, su mente luchaba por comprender el giro aterrador de los acontecimientos.

    Aturdido y despojado de todo, el hombre se aferró a su último hilo de cordura y desesperación. Un portazo sonó tras de sí mientras trastabillaba desorientado por el corredor
    Se dirigió al final de la galería en busca de un destartalado teléfono colgado de la pared que recordaba haber visto. Trató de calmar a sus dedos temblorosos y apenas pudo tocar los botones que parecían más pequeños y escurridizos de lo habitual. Marcó el número de emergencia con una mezcla de urgencia y pánico, sus palabras entrecortadas relatando la pesadilla que acababa de vivir. Allí, desnudo y desorientado en el pasillo, su último recurso fue el teléfono. Llamó a la policía, suplicando ayuda.
    Los agentes llegaron, las sirenas rasgaban el aire nocturno. Y él, en un acto de sonrojo y valentía, les contó todo. Cada detalle, cada sombra. Palabras entrecortadas revelando la terrible pesadilla que había vivido.
La atracción y la conexión que Eve sentía hacia Leo eran solo una fachada para llevarlo a un desenlace fatal. La noche que prometía aventura y pasión, se convirtió en una pesadilla.

    La Policía llamó repetidamente a la puerta. En el apartamento de Eve no había respuesta.
Los policías, decididos a desentrañar la verdad, buscaron respuestas en los vecinos más cercanos.

-”Una chica dice?, en el piso de al lado?... ese piso lleva meses sin estar habitado.”

    Algunos vecinos empezaron a reunirse en el pasillo, entre ellos hablaban y se preguntaban qué hacía un hombre desnudo frente a sus casas o por qué la policía querría entrar en un piso desocupado. Pero nadie supo decir nada.
    Los policías entraron cautelosos, sin saber qué esperar. Y allí estaba ella, inmóvil en el suelo. Un cuerpo frío y sin vida, víctima de un destino retorcido.
    La escena que tenían frente a ellos era escalofriante: un cuerpo inerte yacía en el suelo, atrapado en una tragedia congelada. Las paredes susurraban sobre una lucha violenta, secretos enterrados bajo la superficie.
    Mientras los detectives recolectaban meticulosamente pruebas, la sospecha se posó sobre el hombre sin ropa que había entrado sin saberlo en esta red de engaños.

    Desnudo y desorientado en el pasillo oscuro, Leo se encontró al borde de la locura. Esposado por la policía junto al cuerpo de ella sin vida, dejándolo como el principal sospechoso de un crimen que no recordaba haber cometido.

    El tenso silencio en la sala de interrogatorios se veía interrumpido por el constante zumbido de la grabadora.
Leo, el hombre atrapado en medio de una pesadilla, se encontraba en el centro de la atención policial. Las luces tenues iluminaban su rostro pálido y angustiado mientras los detectives le lanzaban miradas acusadoras y penetrantes, buscando respuestas en sus ojos y por qué no, un atisbo de la verdad.

-”Las pruebas señalan que usted es el principal y único sospechoso del asesinato de la mujer. Parece ser que ella descubrió una conexión entre su antigua empresa y la ruina financiera que sufrió su familia. ¿Qué tiene que decir al respecto?...
-! Hable!
-¿Fue durante la cena o en su piso cuando Eve le desenmascaró?”(Preguntaban los detectives una y otra vez)

Leo se encontraba al borde del derrumbamiento -”¿De qué me están hablando? No entiendo... no... ¿cómo puedo estar involucrado en algo así? Yo... yo no tuve nada que ver con la ruina de su familia... ni con la muerte de E...eve”.

-”Déjeme que le diga lo que paso, señor Leo:"...(comenzó a aseverar el agente mientras se levantaba de su silla). -"Eve descubrió la verdad sobre usted, que usted era el responsable de su desgracia, discutieron, se pelearon, algo salió mal y decidió acabar con la vida de ella... ¿no es así?”


-”Confiese señor Leo"... (descargó un golpe contundente en la mesa con su puño cerrado) "... y puede se salve de la pena de muerte.” 


Leo (con miedo e indefensión): “no así........... no es lo que ocurrió...“No lo... sé, lo juro, juro que...yo.......no”

-”Señor Leo, entendemos que esté asustado y confundido. Pero necesitamos la verdad. La versión que usted dio por teléfono, fue una invención, una burda mentira... y usted creía que podría librarse de esta.”

    La historia de Leo, una vida aparentemente tranquila había dado un giro macabro y siniestro. Atrapado en un enigma oscuro, se vio envuelto en los hilos retorcidos de un crimen que negaba haber cometido. Pocos escucharon la noticia y ningún periódico se hizo eco.

    Pero en el juicio ninguno de los miembros del jurado mostró piedad por Leo, las pruebas eran irrefutables, las huellas por todo el piso, en el arma y toda la sangre en la ropa de Leo.
No había sitio para la inocencia.
Homicidio en primer grado, la pena: cadena perpetua

    Los días se convirtieron en noches, mientras el hombre languidecía en los confines de su celda, su mente atormentada por las preguntas que lo acosaban.
La duda y la paranoia se apoderaron de Leo mientras languidecía en su celda. Se atormentaba así mismo por las incógnitas que lo acosaban. ¿Era yo el asesino? ¿Cómo podía haber matado a alguien sin recordar nada? La línea entre la inocencia y la culpabilidad se volvió borrosa, y la pesadilla se apoderó de su cordura.
    La duda le corría y cada vez la sensación de ser culpable afloraba y se desvanecía la de ser inocente.

Pero fue en las profundidades de su desesperación cuando llegó un visitante inesperado, rompiendo su frágil equilibrio.

-”tu abogado ha venido a verte”, dijo alguacil con voz indiferente.

    Cuando la pesada puerta de metal se abrió, el corazón del hombre dio un vuelco. Esperaba ver a su abogado, un faro de esperanza en la oscuridad con la promesa de una revisión del caso, un acto de desesperación apelando al Tribunal Supremo.
Abrió los ojos incrédulo, un año encarcelado y su presencia irradiaba un aura sobrenatural y su voz portaba un poder que ya había olvidado.

-”Deja de temblar y de parecer un niño. Siéntate Leo”

(No no no, no, imposible, me convencieron de que yo la maté.)

    Mientras ella se acercaba, su figura imponente llenaba la habitación, dejando una estela de peligro a su paso. Sus palabras, entrelazadas con un tono sutilmente amenazador, resonaban en la mente del hombre.

-¿No te alegras de verme... viva?(Susurró diabólicamente con sus rojos labios)

-”!ay, mi querido Leo!, vine a celebrar nuestro primer aniversario, o es que acaso ya no lo recuerdas?”

-(¿Qué está pasando? ¿Cómo he llegado a este punto?”Era todo una farsa?)

-”!!!Por qué!!!......!!! Por qué...!!!(gritó leo)

-”Cálmate Leo, no querrás que me vaya enfadada, eso me rompería el corazón.”

-“Estás loca”


-“Está bien”, dijo Eve con mordaz malicia e ironía mientras se levantaba dispuesta a marcharse, “veo que no te alegras de verme, pensé podríamos jugar un ratito, hablar de música y proseguir por donde lo dejamos... no habrá beso despedida  !chao¡" 
-”espera... Suplicó Leo entre lágrimas

    Eve se detuvo frente a él, con su mirada intensa y penetrante, revelando un silencio que lo dejaba sin aliento.

    Atrapado entre el miedo y la necesidad de redimirse, el hombre asintió con temor. Sabía se habían desencadenado una serie de eventos que ahora parecían fuera de su control.
    ¿Cómo he llegado a esto? ¿Es posible encontrar una salida de esta pesadilla?
Con cada palabra pronunciada, a cada susurro de la mujer, la intriga y el miedo se entrelazaban en el corazón del hombre.

¿Fin?

¿Habrá segunda parte?

    La historia continúa, con el hombre luchando por sobrevivir en un juego macabro de engaños y manipulaciones. Mientras los secretos se desenmascaran y las piezas del rompecabezas se ensamblen, dejando a todos los implicados atrapados en una red de conspiraciones mortales.

¿la verdad finalmente saldrá a la luz?

La continuación está en vuestras cabezas :)





Dunes