Crucé medio mundo,
desesperado, en tu búsqueda.
Viví escondido
entre sueños ajenos
y voces desconocidas,
y con la monotonía,
los hice míos,
para encontrar consuelo.
Dormí en callejones
tan oscuros, que la mano divina
hace tiempo se olvidó ellos.
Donde la vida vale menos
que un trozo cartón para abrigarse.
Y ahora que te encuentro,
mi coraje flaquea,
tiemblo y me arrodillo,
en el último instante.
Vine a reclamar
ese fragmento de corazón
que un día, sin piedad,
me arrebataste.
Quise recuperarlo
para amar de nuevo,
y terminé entregándote
mi vida.