Era atardecer soleado
en un patio andaluz,
cuando un pájaro y una rosa
se encontraron,
en un rincón del jardín.
El rosal suspiraba
al cielo azul
poder depositar,
entre las nubes sus raíces.
El pájaro escuchó su lamento
y con sus alas acarició las espinas
brotando una lágrima,
y un pétalo alzó el vuelo.
Los rayos dorados del sol,
en calma, testigos del beso
que el viento enamorado susurraba.
Aquel día, el amor no preguntó,
y el jardín sereno presenció
una historia escrita en el rocío,
ese atardecer sombreado,
en un patio andaluz.
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