Aquella tarde en el tren
nuestros corazones
viajaron a su encuentro
Dentro de mí,
te besaba en suspiros,
colisionando mis deseos
con tu oscuro cabello.
Tú, desprendías fuego
en cada mirada,
y sentía arder mi piel.
Buscaba refugio
bajo la suave brisa
calmada de tus labios,
pero me encontré
enfrentado a la tormenta.
Ninguno supo ver,
que en ese tren,
éramos un mismo ser,
la misma alma
condenada a un juego
que ninguno iba a ceder.
Éramos la misma llama
entrelazada y danzando,
desafiándose sin tregua,
hasta el último aliento,
siempre en la distancia,
amándose hasta perecer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Sé respetuoso