Cuando todo el mundo
en la tranquilidad de la noche duerme,
me cuelo por tu ventana.
Tan solo vine a verte.
No soy
mera sombra esquiva,
bajo la noche, en la luz tenue.
Hasta el viento
ignora mi presencia.
No soy la luna en la penumbra
ni espíritu errante que llegó
para poseerte.
Tampoco traje ningún presente.
Contemplo en silencio tu rostro,
temo que mis pasos
turben tus sueños.
Lo siento, soy obsevador
y curioso.
Mas, no vine a inmiscuirme en ellos
ni a robarte tus deseos.
Tan solo soy un acompañante.
Duerme tranquilamente,
tú sigue en tu plácida calma,
sumérgete en el abrazo
cálido de la noche.
No conozco la prisa,
soy algo frío por naturaleza,
mi virtud, la paciencia.
Me llaman por muchos nombres
o simplemente: la Muerte.
Nos vemos en la mañana,
cuando despiertes.
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