El arroyo se desliza en calma
entre prados y roca
que acaricia.
Serpentea,
susurra,
fluye,
hacia su destino.
Un curso trazado,
un camino claro y distante.
Añora ser pájaro
y cantar,
posarse en un arbol
y volar.
Su destino es un eterno fluir
escrito en el pasado.
Quiere ser hoja
arrastrada por el viento,
abrazar el barro,
peregrino de la tierra
soñando con reposar.
Por sus aguas
pasan de largo
historias y
miles de efímeros reflejos
que vienen y van.
En la travesía,
se siente pequeño
Su historia, un cauce sigue,
su historia, entrelazada
en los hilos tiempo,
de simples gotas
que se convierten
en un inmeso mar.
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