sábado, 12 de agosto de 2023

Era en torno a media tarde



Era una tarde serena

 de primavera

cuando la Muerte 

vino a buscarte

y en silencio,

 la llevé ante ti.


Caminabas por nuestro jardín,

con los pies desnudos,

vestida con esa sonrisa eterna,

acariciando con dulzura

la paz de nuestra tierra.


Le mostré a la Muerte

tus manos blancas,

 tus labios rosas carmesí.

 Y de los pétalos reflejados

en tus mejillas de seda.


Le mostré cómo las

margaritas saludan a tu paso,

y las alegres camelias 

danzan en tu negro pelo.


Le mostré tus ojos,

espejos de un manantial profundo.

De tu corazón inocente,

 lleno de vida

y de amor sincero.

Le hablé de nuestros besos,

de las caricias de tu piel.


Le mostré a la Muerte como 

las rosas, lirios y jazmines,

fragancias y colores, 

 cobran vida con tu presencia

y te cantan los ruiseñores.


Le mostré a la Muerte

que en mi jardín, tu eras

la joya más bella

que hizo que cada

rincón de mi corazón

floreciera.


Pero llegó el momento

de decirnos adiós,

y entonces comprendí

aquella tarde serena

 de primavera

cuando la Muerte vino a buscarte,

Cuál sería el precio

de amarte. 

Perdóname, una despedida

 no me dejó darte.

A cambio de tu vida,

la mía, en ofrenda, 

le concedí.




1 comentario:

  1. Muy romántico, desde luego estaba enamorado de su amada, lamentando no tenerla tras la muerte, aunque dejándola en un pedestal porque su amada era la joya de su jardín, de su vida y de su tofo (R)

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