Es mi lamento,
una queja al tiempo
que nos arrastra
a la postrera orilla,
de cuyo peaje
nadie está absuelto.
Ahondamos ahora,
en los recuerdos,
que la ciega inocencia
desperdicia en esos días
hoy ya mudados.
No habrá tangible agradecimiento
a quienes con una vida ya por culminar,
y por amor a aquellos que corretean
incautos por su patio hacia el largo
y estrecho sendero de la vida,
obsequian desinteresadamente
con el regalo de la experiencia y el conocimiento
Imágenes de aquellos domingos.
Romería en la vetusta casa del patio coronado
por una centenaria parra, a manera de cielo.
En su centro,
un exuberante limonero
y arrinconado a un lado,
el pozo viejo.
Imágenes de mi abuela.
Desenterrando, de tan anónimo escondite,
unas canicas de anís y alguna que otra moneda,
abrigadas en un viejo y anudado pañuelo.
Se ríe de los disparates del abuelo.
Imágenes de mi abuelo.
Sentado en su silla de madera y esparto,
contando historias de cuando era joven
y pasó La Hambre,
y de cuando estuvo en la guerra encarcelado.
Se ríe de las manías de la abuela.
.
Nunca hubo heridas ni reparo
en el bolsillo de su corazón.
Y es tarde, cuando se echa de menos
el no haber dejado antes
a un lado el juego y haberse sentado
durante más tiempo a escucharles
contando sus viejas historias,
historias que a ellos forjaron
como hombres y mujeres de provecho.
Ni todos los “te quiero” serán bastantes,
en honra de mis abuelos.
ay!! esos abuelitos que siempre estarán en nuestros corazones! se merecen este poema que con tnto cariño les has regalado.
ResponderEliminarayayay que me he emocionado paquito... Marga
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