En el salón de nuestra casa
reposaba una mesa modesta,
en el mismo centro del salón,
custodiada por sillas de madera
en el frío comedor.
Nunca nos sentimos pobres
hasta la presumida mesa
alardeaba, la muy coqueta,
de un vetusto y solitario jarrón.
Nunca le faltó halagos ni cariño,
colmada siempre con bellas flores,
depositadas con llana elegancia,
recogidas del campo
y regadas con amor.
En las frías noches del invierno,
la cubríamos con el viejo faldón,
desenterrábamos del trastero
un ennegrcido brasero
que avivámamos
con un puñado de picón.
Nuestros pies danzaban
felices alrededor.
Las ascuas menguaban,
anunciando de la hora,
y cada alma,
en silencio por su lado,
se retiraban hacia su cama,
cobijándose bajo el abrazo
de una gruesa manta.
Nunca pasé frío en mi casa
cuando nuestra madre,
desde el silencio,
nos custodiaba
y en la frente,
un beso buenas noches nos daba.
ole la mesa, las flores yla mantita del pueblo....mmmm...
ResponderEliminarIgualito que ahora, calefaccion centralizada, superchimeneas,,,, Que recuerdos... Marga
ResponderEliminar