Mi corazón se deshizo
en el umbral de tu boca,
cómplice de nuestro encuentro,
y en la pasión de tus labios,
hallé mi martirio.
Y yo, insensato,
cautivo en tu noche,
me entregué,
mi razón desapareció,
sumida en el deseo
de tus abrazos,
en espera del alivio
de tu fuego.
Me perdí,
bajo el cielo desatado
de tu cuerpo,
y desperté soñando,
en el delirio de tus besos.
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