El tiempo camina
sin cesar su marcha,
llama voraz que devora
cada instante,
cada deseo,
cada caricia.
Cómplice cada noche
del espejismo de tu imagen
en mis pensamientos,
junto a un cigarro en cenizas.
Sé que eres mi sol,
pues día tras día,
me quema tu recuerdo,
y tu fuego permanece
en la mañana.
Porque viajo bajo sombras,
y habito en la penumbra
de los recuerdos
que me asedian,
a pesar de que extraño
cada momento que exhalo,
y me asfixia la nostalgia.
Cada día sin ti,
sintiendo tu voz
tras el humo arrogante
que se desparrama,
en cada matiz carmesí
de tu cuerpo ausente.
Me desangro entre latidos
esperando tu regreso.
Cada segundo que pasa,
seré un solitario caminante,
hasta que el tiempo me acompañe,
en un último paso, hacia la tumba.
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