Sobre la frágil ventana
golpea con fuerza
el inexorable viento.
Abrumado,
me quedaba quieto,
nunca imaginé que contemplar
lágrimas caidas del cielo,
a través del cristal,
sería mi silencioso consuelo.
Miro como las ramas del naranjo
se
agitan,
luchan
y estremecen.
Bajo el leve peso de
la lluvia.
Las hojas débiles,
se vencen,
caen
y mueren.
No sé si fue la tormenta
quien me ató a la ventana
o fue el deseo de ver tu reflejo
traido hasta mi envuelto por el viento.
Sin saber,
sin dudar,
lloré.
Y como las hojas
del tenaz árbol
me dejé llevar,
arrastrado hacia el suelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Sé respetuoso