Me miró,
la miré,
fue un fugaz encuentro,
que duró un destello,
efímera pasión inmortal,
en un respiro tan breve,
que quise retenerla
toda la vida,
para amarla,
arrojado,
sin final,
con plena sinrazón,
con irremediable necesidad.
Me miró,
la miré,
y nos consumimos
por siempre,
en la eternidad
persistente de un instante.
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