La muerte es una promesa eterna,
donde la vida, con pasión se aferra,
y el tiempo, indulgente, la condena.
No hay belleza en la muerte,
solo una vida que yerra,
un murmullo constante
en la creación,
hacia una pausa,
en el seno de la madre tierra,
donde la vida se renueva,
y fluye sin tregua.
Las lágrimas caen
de las nubes entristecidas
adornando el suelo,
que recibe, con sumo cuidado,
a las almas perdidas
de quienes amamos y dejamos atrás,
como aves que se despiden,
de las hojas caídas,
en el rincón del amanecer,
y el viento arrastra sin pesar.
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