En la esquina de mi habitación,
de una ciudad adormecida,
bajo la disimulada luz
de una lámpara de cristal,
te escribo versos en la noche,
sobre los renglones difuminados
de mi soledad.
Son mis pensamientos mi guía,
que me arrastran,
hacia un rincón,
de tenue luz.
En mis líneas,
me pierdo,
desordeno letras
poco a poco,
y entre lágrimas,
avanzo paso a paso,
en silencio,
hacia el resplandor del vacío
de mi propia cordura.
La ciudad duerme impasible,
en su letargo,
indiferente,
mientras yo, deslizo mis huellas
en mi lienzo de palabras,
yacen ausentes, entre grietas,
olvidadas,
atrapadas en la bruma
de mi desesperación.
Cada amanecer,
en mi insomnio perpetuo,
te escribo versos,
que se desvanecen
como sombras en la ciudad,
que rezuman a latidos,
de secretos abandonados del ayer.
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