Y con mi corazón en guerra
llegaron tus besos.
Besos que devolvieron a la tierra
los sueños que habían alimentado una vida
que hace tiempo naufragó
en una noche serena,
envuelta en el resplandor de las estrellas.
Y al amanecer,
resguardado entre tus brazos,
pude sentir
esa brisa cálida y apacible
que vaga y habita
entre el mar y la arena.
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