martes, 5 de diciembre de 2023

En una esquina de mi habiración



 En la esquina de mi habitación,

de una ciudad adormecida,

bajo la disimulada luz 

de una lámpara de cristal,

te escribo versos en la noche,

sobre los renglones difuminados

 de mi soledad.


Son mis pensamientos mi guía,

que me arrastran,

 hacia un rincón,

de tenue luz.


En mis líneas, 

me pierdo,

desordeno letras

poco a poco,

y entre lágrimas,

avanzo paso a paso,

en silencio,

hacia el resplandor del vacío 

de mi propia cordura.


La ciudad duerme impasible,

en su letargo, 

indiferente, 

mientras yo, deslizo mis huellas

en mi lienzo de palabras,

yacen ausentes, entre grietas, 

 olvidadas, 

atrapadas en la bruma

de mi desesperación.


Cada amanecer,

en mi insomnio perpetuo,

te escribo versos, 

que se desvanecen

como sombras en la ciudad,

que rezuman a latidos,

de secretos abandonados del ayer.



lunes, 4 de diciembre de 2023

Permaneces a tres pasos

 


Permaneces a tres pasos de mi pecho,

y mis dedos no alcanzan tu piel,

esquivas la distancia,

y danzas en mi calma,

posando, ahí de pie,

como llama burlona,

y tu voz enredándose en mi silencio:

 -“Cierra los ojos, pide un deseo”.

En el siguiente latido,

 se aviva un fuego.


A dos pasos de tu pecho, suspiro,

 mi razón enloquece,

un solo paso más, 

venenosa esperanza,

y un aliento confinado se pierde,

donde el tiempo se desvanece,

en la inmensidad etérea de la cercanía.


Pero no bastó, no fue suficiente,

y el susurro de tu voz me estremece:

-“Cierra los ojos, pide un deseo”.


Al siguiente latido,

un témpano de hielo precede.


Con temeridad, a un solo paso 

de la estrechez del abismo,

abrí los ojos, y fundimos, 

latido con latido,

por siempre,

en un mismo destino.



domingo, 3 de diciembre de 2023

No deseo hallar la tristeza



 No deseo hallar la tristeza

en esos ojos tuyos, 

de verdes paisajes, 

y suaves como ríos de primavera.

Ni vislumbrar la ausencia en tus riberas,

donde murmullan los árboles, 

en otoño, y las hojas posan en pena.

En tu mirar, no quiero encontrar,

la sombra que se desvanece,

ni que aniden en tus ramas,

 los pájaros de la melancolía, 

que se nutren de tus lágrimas. 

Quiero presenciar el momento,

donde tu duelo

es arrancado del suelo,

y en tu mirada,

 resplandece de nuevo

el eco de las risas,

reflejo de tu alma,

al igual que con tus ojos, 

las aguas, encuentran la calma.



viernes, 1 de diciembre de 2023

No soy escriba



No soy escriba ni artífice de letras,

mi pluma, apenas una humilde mensajera,

que dócilmente se posa y amontona,

queriendo perseguir,

con ansiosa gracia,

los colores de los olivos en rama,

la sencillez de tus suspiros,

mis pisadas resaltadas en la hierba seca.


He errado por incontables senderos,

y sé que no es tinta

lo que fluye por mis venas,

son arroyos disfrazados,

que serpentean con tu mirada,

esbozando caminos en mi tierra.


Cuando en solitario te imagino,

renuncio a buscarte y lloro,

y las lágrimas descienden,

como pesadas penas contenidas en el rocío,

pero al contemplarte,

descubro letras y versos,

escondidos tras tu rostro.

Y me siento diminuto,

un extraño alejado en mi propio olvido,

bajo la compasiva mirada de un naranjo.


Pero no te abandono

cuando te añoro en la distancia,

te plasmo en cada verso,

lo más fiel que puedo,

con modestas palabras,

y el alma en la mano,

persiguiendo en tus ojos,

mi único sueño.


Hoy, sentado en un banco,



Hoy, sentado en un banco,

pasos familiares

se acercaron.

He visto al viento traer

una sombra, me saludó,

y se sentó junto a mí.

Conversamos sobre los días de sol,

de las nuves grises,

del presente,

de los días que atrás dejamos.

El tiempo parecía detenido a mi lado,

o quizás, lo estaba olvidando.

El sol descendía,

y la sombra inició

los pasos de la despedida,

entre colores ocres y pardo.

Me quedé contemplando el horizonte,

tejiendo mis historias,

solo, en el banco,

cerré los ojos,

y dejé que la noche

acariciara de cerca mi rostro.


Hoy, mientras deambulaba,

vi a un hombre solitario

sentado en un banco,

suavemente me acerqué,

tomé asiento a su lado,

y compartió sus recuerdos,

a las personas que había amado.

Pacientemente esperé escuchando,

hasta la llegada del anochecer,

lo besé en la frente,

y le recordé, que la hora de partir

había llegado.



Tardes tranquilas donde el sol se retira

 


Tardes tranquilas donde el sol se retira,

entre espirales de humo de un cigarro,

que se consume surcando,

junto a las olas que suspenden el mar.


Al calor del consuelo de un café,

un viejo marinero, de rostro curtido,

en sus ojos el brillo de mil mareas,

murmura entonando viejas canciones,

de lamentos, naufragios y amores perdidos,

que en su arrugada piel tostada se han grabado

y su fatigado corazón se esfuerza en olvidar.


Con cada mirada perdida en el horizonte,

acaricia las velas de un barco imaginario,

de travesías largas y velas desgarradas,

y cálidos vientos lo guían de vuelta a su hogar.


Pero el viejo marinero sabe que su alma,

está creada con los sueños de las olas de sal,

en la tierra, se siente extraviado, olvidado,

y navega de nuevo entre recuerdos, perdido,

que le aguardan a su llegada,

en la paz de su propio mar.



Ser romántico




Ser romántico no es solo

encerrar palabras bellas

que hablan de los sentimientos

y las penas,

ser romántico es pasión,

es arder,

es mirar con la intensidad

de un ocaso;

el cómo besas,

y abrazas el tiempo

como si fuera escaso,

descubrir en la respiración

las huellas de su presencia.

Tener miedo y no titubear

cuando en sus ojos tu alma se refleja.

Ser romántico también es sentir,

ser el eco de los latidos del pecho,

es hacer sentir lo que sientes

y tú, con tu magia, haces que yo sienta.

No necesitas ser romántica

lo eres a tu manera,

pero ser romántico,

es hablar con el corazón,

y el tuyo, de grande,

no tiene fronteras.











Dunes