sábado, 15 de diciembre de 2012
Hoy desperté (r)
domingo, 25 de noviembre de 2012
Hoy he visto un árbol desnudo (r)
Hoy vi un árbol desnudo,
de tronco grande e imponente,
despojado de hojas,
pintado de melancolía.
Un árbol huérfano,
abandonado por su sombra,
donde sólo brota el quebranto
en sus ramas olvidadas.
Es la llegada del invierno,
que todo ensombrece en su vientre,
una penumbra de lenta muerte.
Quise dejar atrás
un océano sin horizonte
donde los recuerdos zozobran.
Pero hoy vi un árbol
de colores ausentes,
y mi corazón recordó,
que un día naufragó
en la memoria del olvido.
Y recordó esos días,
cuando tus brazos,
le resguardaban del frío.
jueves, 8 de noviembre de 2012
Aunque mi corazón (r)
Aunque mi corazón
fuera un libro abierto
nunca entenderías,
que a cada momento,
y cada instante,
quisiera estar contigo.
Permanecer sentado
bajo un árbol,
hasta que se ponga la tarde,
contemplando cómo escribes,
tan callada,
tan distante,
esas historias de amor,
que nunca hablaron de mí.
Estar junto a ti
cuando brota tu sueño
y anhelas lejanos lugares.
Cuando duermes,
a tu lado,
muero despierto.
Nunca entenderías
que a cada momento,
a cada instante,
quisiera estar contigo,
crucificado en tu silencio.
Ese silencio,
que alimenta mi corazón
y callado arde.
miércoles, 7 de noviembre de 2012
Dos cortitos (r)
lunes, 5 de noviembre de 2012
Hoy no voy a escribirte (r)
Hoy no voy a tejer versos tristes,
desprovistos de tus palabras,
ni tintados en sangrientas lágrimas.
Ni del tiempo que se congela,
convirtiéndonos en errantes vagabundos
de un sendero sin rumbo ni destino.
Hoy no plasmaré versos sombríos,
huérfanos de alma.
ese salvavidas humano,
que del abismo oscuro nos rescata.
Ni de cómo tu amor
no logró salvarme
cuando mi corazón se ahogaba.
Día tras día, me dejaste caer,
incapaz de sanar mis heridas
que, por ti, sangraban.
Hoy no voy a escribirte
versos tristes,
sin derramar lágrimas.
domingo, 4 de noviembre de 2012
He tratado cada día (r)
He tratado cada día de abandonar
este desolado laberinto de soledad.
Descalzado y herido,
clamando al cielo
en busca de una tenue señal.
Pero el grito se ahoga y mi llanto enmudece
en estas impávidas paredes
hechas de invierno.
No hallé hendidura que atravesar.
Todo en mi mundo se quiebra
salvo los muros
de esta perversa condena.
En mis noches
no hay amaneceres
ni cánticos a luna plateada.
Solo un oscuro cielo
que a cada paso del reloj de arena
se torna aún más sombrío.
He intentado entregarme
a un sueño profundo,
pero este frío que todo lo invade,
hiere tanto que impide
que el aliento escape.
He tratado de gritar,
pero hace tanto tiempo
que habito aquí,
que ya no invoco el eco
de las palabras,
y todo es tan solo un recuerdo
en este gélido sueño.
viernes, 2 de noviembre de 2012
Cuando me siento abatido (r)
Cuando me siento abatido
acostumbro deambular
y caminar hacia la playa,
desnudar mis pies en el cálido vacío
y sepultar un llanto en la arena.
Abrazar el sonido de las olas
y contemplar, poco a poco,
en la silenciosa oscuridad,
cómo pasan las horas,
cómo menguan las estrellas.
La noche es fría y me abstraigo
distraido mirando la mar,
en la distancia que nos separa.
¿Y si pudiera atravesar
este océano infinito,
y nadar hasta la otra orilla?
Solo este manto turquesa nos aleja.
Pero sucumbo y
me abandonan las fuerzas.
En el crepúsculo,
recuerdo el primer día que te vi.
Ese, que tu sonrisa vestía
un ramillete de colores.
Ese, en que el brillo
de tus grandes ojos negros
avivaron esperanzas
en un solar yerto.
Ese día, en el que yo
erraba muerto
y mi corazón renació
buscando tu encuentro.
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