Con el paso de los días,
creé el hábito cotidiano,
que acompaña mis horas,
entre el café de las mañanas,
y las noches sobrias.
Acomodé en mi rutina,
la monotonía de quererte,
amarte en lo sencillo,
sin alardes,
en lo diario,
sin extravagancias,
en lo imperceptible,
en lo mundano.
Amarte día a día,
simplemente con calma,
con la constancia inadvertida,
con la cual siempre te he amado.
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