Cuando la brisa acaricia
el último instante del crepúsculo,
cuando el todo se desvanece,
en el murmullo, la nada despierta,
como sombríos cuervos,
poblando el cielo,
en perfecta armonía,
en un peregrinaje de siluetas en despedida.
Tu vacío mengua mis pasos,
mi todo atrapado en tu ocaso.
Soy una sombra prolongada,
que intenta pausar el tiempo,
hasta el siguiente amanecer.
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