Recuerdo que te encantaba escuchar
historias en tu cama,
acurrucada en la madrugada.
Historias que otros tejieron,
yo robaba palabras para ti,
y observaba cómo, lentamente,
ibas cerrando los ojos.
Intentaba adivinar tus sueños,
deseaba abrazarte con el eco
que brotaba de mi pecho.
Mientras caminaban las horas,
tu dormías, en calma,
yo callado, miraba tus labios,
y despierto, era mi hora de soñar.
Nunca tuve la oportunidad
de acariciar tu boca,
y con el frío de la soledad,
me retiraba, anhelando
despertar algún día
escuchando historias,
al calor de tus besos.