Vivo lejos de la tierra
que me vio nacer,
y cada día brindo al mar
una lágrima envuelta
en un pañuelo de seda,
con tu nombre bordado,
esperando que cada noche
regrese con la promesa
de volver a tu lado.
Sueño con paredes
perfumadas de cal,
y los colores de tus patios.
Me has enseñando,
desde la distancia,
que en mi corazón
aún brotan las flores de mayo.
Soy un corazón fatigado,
que todavía sueña
con volver a ser niño,
manchando sus manos de barro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Sé respetuoso