Si
me arrebatas los ojos,
me
aferraré fuerte a tu mano,
me
enseñarás el camino,
y susurraras al oído
de
qué color se viste hoy la luna.
Si me despojas de los labios,
recordaré
cómo sacia
un niño pequeño
su
sed en la fuente.
Recordaré el aroma a canela,
ese
perfume que dejaste,
como ofrenda, en mi boca.
Si me arrebatas el resto sentidos,
me
quedará la memoria,
recordaré, cómo mi corazón latía,
cuando
caminabas a mi lado.
Cuando
pronuncies mi nombre,
se levantará el viento,
seré un
pobre hombre
desnudo
y desvalijado.
¿Y si te despojo de tu alma?
Mi
querida ladrona,
¿aún
no te has dado cuenta
que
mi alma ya no me pertenece,
que
te la entregué aquella tarde,
cuando nos miramos por primera vez?