Y con tu mirar,
se detuvo el tiempo.
Breve pausa
de seda,
que abraza
el frío invierno
y troca en primavera.
Esa calma
que brota de tu sonrisa,
me hizo soñar
que quizás,
algún día,
quizás,
soñando...
Y con tu mirar,
se detuvo el tiempo.
Breve pausa
de seda,
que abraza
el frío invierno
y troca en primavera.
Esa calma
que brota de tu sonrisa,
me hizo soñar
que quizás,
algún día,
quizás,
soñando...
Contemplo el tiempo pasar
sentado en un tronco ahuecado,
en medio de un campo de amapolas,
bajo el terciopelo azul del cielo.
La vida transcurre lentamente
cuando pinto nubes blancas
en mi lienzo.
Aquí, bajo la caricia del viento,
podría amarte toda una vida,
y quizás, no sería suficiente tiempo.
La vida dura un aliento,
como el suspiro que precede a un beso.
Aquí sentado,
podría amarte toda una vida,
solo necesito un instante
para cerrar los ojos,
y soñar que sigues aquí conmigo.
Hoy vi un árbol desnudo,
de tronco grande e imponente,
despojado de hojas,
pintado de melancolía.
Un árbol huérfano,
abandonado por su sombra,
donde sólo brota el quebranto
en sus ramas olvidadas.
Es la llegada del invierno,
que todo ensombrece en su vientre,
una penumbra de lenta muerte.
Quise dejar atrás
un océano sin horizonte
donde los recuerdos zozobran.
Pero hoy vi un árbol
de colores ausentes,
y mi corazón recordó,
que un día naufragó
en la memoria del olvido.
Y recordó esos días,
cuando tus brazos,
le resguardaban del frío.
Aunque mi corazón
fuera un libro abierto
nunca entenderías,
que a cada momento,
y cada instante,
quisiera estar contigo.
Permanecer sentado
bajo un árbol,
hasta que se ponga la tarde,
contemplando cómo escribes,
tan callada,
tan distante,
esas historias de amor,
que nunca hablaron de mí.
Estar junto a ti
cuando brota tu sueño
y anhelas lejanos lugares.
Cuando duermes,
a tu lado,
muero despierto.
Nunca entenderías
que a cada momento,
a cada instante,
quisiera estar contigo,
crucificado en tu silencio.
Ese silencio,
que alimenta mi corazón
y callado arde.
Hoy no voy a tejer versos tristes,
desprovistos de tus palabras,
ni tintados en sangrientas lágrimas.
Ni del tiempo que se congela,
convirtiéndonos en errantes vagabundos
de un sendero sin rumbo ni destino.
Hoy no plasmaré versos sombríos,
huérfanos de alma.
ese salvavidas humano,
que del abismo oscuro nos rescata.
Ni de cómo tu amor
no logró salvarme
cuando mi corazón se ahogaba.
Día tras día, me dejaste caer,
incapaz de sanar mis heridas
que, por ti, sangraban.
Hoy no voy a escribirte
versos tristes,
sin derramar lágrimas.