Me gusta ver
tu espalda reposar desnuda
sobre mi cama,
vagar con mis dedos
desde tu cintura,
hasta tu negro pelo,
y vencer con un beso
el estrecho vacío
que nos separa.
Me gusta escuchar
cómo suspira tu pecho,
abrazarte con ternura,
y susurrarte al oído,
un callado: “te quiero.”
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