lunes, 1 de enero de 2024

La luz,

 

La luz, ilusión fugaz,

arquitecta de contrastes,

se enreda en lo invisible,

moldea la realidad,

y esculpe los matices del crepúsculo,

donde el cielo se viste de tonos cálidos

y las pinceladas de fuego se desvanecen,

dejando espacio a las sombras

que flotan en el aire.

La luz, origen de la vida,

y testigo de la muerte.

Caminar errante sobre la nieve,


 

Caminar errante sobre la nieve,

dejando atrás memorias,

con aliento gélido,

y escarcha en el pecho.



En el aire,

lágrimas plateadas

caen con gracia desde el cielo,

un manto blanco,

se adueña del paisaje.



Árboles de blancos corazones,

exhalan silencio,

de ramas engalanadas

con pájaros de cristal,

abrazando el abrigo del invierno.



A pesar de que otros corazones


A pesar de que otros corazones

laten con sus pesares,

la soledad,

me acoge y escucha en sus brazos,

fiel amante complaciente,

que reposa a mi lado.

Únicamente mía,

en un entendimiento paciente,

sin exigencias,

ni palabras,

y me escucha,

a través de sus ojos,

en silencio,

guiándome a recordar,

la tangible realidad del dolor,

cuando pronuncio tu nombre.



Ruge el viento

 

Ruge el viento

en el horizonte salado,

un relámpago rasga la negrura,

silencio,

miro,

no hay gaviotas sobre el mar.


La tormenta me acompaña,

un vacío que exhibe sus alas,

alcanzando la arena,

la sal besa mis labios, 

por la tierra transito,

mis pasos,

como olas atrapadas en un espejo,

camino, sin avanzar.

Cuando calla el cielo, 

ruge la furia del mar,

un destello se ahoga,

se agrietan mis pensamientos.

en el silencio, 

habita un lamento fugaz,


¿Quién añora mis lágrimas

en la profundidad del mar?




Cuando la brisa acaricia

 



Cuando la brisa acaricia

el último instante del crepúsculo,

cuando el todo se desvanece,

en el murmullo, la nada despierta,

como sombríos cuervos,

poblando el cielo,

en perfecta armonía,

en un peregrinaje de siluetas en despedida.


Tu vacío mengua mis pasos,

mi todo atrapado en tu ocaso.


Soy una sombra prolongada,

que intenta pausar el tiempo,

hasta el siguiente amanecer.



La soledad,

 


La soledad,

un yo errante en su propia travesía,

odisea por caminos viejos y desgastados,

autodestierro a un exilio interior,

en busca de un reencuentro,

de respuestas en el silencio,

pesar sin dolor,

en una realidad de barro.

El eco del yo ansía resurgir,

en un abrazo frío solitario,

envuelto en su propia tempestad.



Mi viaje astral (relato corto)



Mi viaje Astral (relato corto)



Mi interés por los sueños comenzó una madrugada, meses atrás, cuando desperté  desorientado, sobresaltado. Recordaba estar en un sueño, como  fotogramas sueltos, inconexos, donde me sentía calmado, cómodo y deseaba con urgencia regresar a él. 

No fue esa la única vez que sentí la necesidad de intentar volver a un sueño. No llevo una vida muy ajetreada y permanecer despierto a esas horas de la madrugada no era tampoco algo que me entusiasmara. Lo intentaba, pero resultaba difícil, así que busqué información en la web y descubrí que no era el único con esas extrañas experiencias.

Me topé con algo llamado Viaje Astral, y cientos de artículos de personas compartiendo experiencias sobre los “viajes” fuera de sus cuerpos. Al principio me costó creer en algo así, ni siquiera que fuera posible, pero ya sea por apatía o puro aburrimiento, decidí intentarlo.

Me compré un libro sobre técnicas para conseguir realizar las Proyecciones y tras leer los primeros capítulos, me tumbé en la cama y lo intenté. Casi lo dejo por imposible, pensando que era mera fantasía, pero al cabo de un rato tuve esa sensación, una especie de flash, no sé, como si estuviera flotando y pudiera verme a unos metros“desde fuera”, levitando en mi habitación, con una sensación de vacío... de libertad, continué con más entusiasmo, y me dejé llevar...

Y aquí me tienes ahora, con mi cuerpo yaciendo en la cama, inmóvil, relajado, respirando, pero como inerte, suspendido en el aire de mi habitación, mirándome, temeroso y angustiado, sin saber qué hacer, ni cómo regresar de nuevo a mi cuerpo, maldiciendo por no haberme terminado de leer por completo el maldito libro.

Me debato entre la fascinación y la inquietud, la sensación de flotar en la habitación entre sueños y realidad persiste y sigo sin comprender del todo cómo salir de esta encrucijada.

Mis intentos por volver a mi cuerpo son en vano, y la desesperación comienza a apoderarse de mi. Si mi madre me viera…<ahora mismo te estás bajando de ahí…> diría ella. <Soy como el éter del aire, madre.> < Una de idiota flotante…> su respuesta.

Veo detalles en la habitación que antes me pasaban desapercibidos. La suave luz, los rincones, sombras danzarinas en las paredes. Si embargo, mi atención se centra en mi propio cuerpo, inmóvil en la cama, como una marioneta abandona y sin hilos.

Me encuentro atrapado, intento recordar las páginas del libro, con la esperanza de encontrar alguna pista. ¿Habrá más idiotas como yo en este limbo astral? Intento tocar el libro sobre la mesita, pruebo a despertar mi cuerpo con gritos, abofetearme, pero soy como la sombra de un árbol intentando parar la lluvia.

A lo lejos escucho un susurro, ese sonido me es familiar, miro a mi cuerpo, tengo un extraño presentimiento si lo abandono, dudo, pero mi impulso me lleva a salir por la ventana y perseguir su procedencia. Sé que estoy sobre las calles, pero todo está borroso, difuminado, el sonido es cada vez más intenso, <me estoy acercando>. El ruido proviene de esa callejuela, el suelo está mojado, camino a oscuras pero el pitido es más y más intenso, continuo, en el suelo hay una cajita roja vibrando, me arrodillo, el silbido proviene de su interior. Puedo tocarla pero está cerrada, no veo por donde abrirla, lo intento, de la desesperación la lanzo contra la pared y el ruido desaparece, se hace el silencio. Inmediatamente los muros del callejón empiezan a resquebrajarse, intento salir, pero no puedo flotar, miro hacia arriba y veo balcones, ventanas y toda clase de muebles que se precipitan hacia mi, intento huir, pero el suelo se agrieta, tropiezo y caigo sobre un gran agujero que me va tragando poco a poco como si fuera arenas movedizas. Respiro agitadamente, tengo el corazón saliéndose por la boca…De repente, el zumbido vuelve a mis oídos, abro los ojos, es el sonido de mi despertador, sobresaltado, extiendo la mano y lo golpeo con rabia estampándolo contra el suelo. Estoy de nuevo en mi habitación, sobre mi cama, la luz de la mañana se filtra por la cortina, respiro hondo, la angustia del viaje se disuelve poco a poco, me incorporo sintiendo cómo la realidad vuevle a tomar forma. Soy yo otra vez en mi cuerpo.

Tengo dudas, no sé si he conseguido por fin realizar un viaje astral, o si todo simplemente ha sido un sueño. <Bueno, no tengo nada mejor que hacer, mañana vuelvo a intentarlo>




Dunes