Acostumbro a dormir (r)

 Acostumbro a dormir

reposando mi cara

sobre las palmas

de las manos.

Cierro los ojos

y sigo soñando.

Sueño, y lo hago contigo,

del día que te vi sonreír

entre el murmullo de las olas,

en una tarde de verano,

cuando me enamoré de tus labios.

Cierro los ojos,

anhelando hallar

esa paz,

que solo tus besos lograron.

Pero en tu despedida,

me regalaste silencio,

y solo oigo en las noches,

cómo las horas, pasan de largo.

Y ya no duermo,

esperando que me envuelva

un frío velo, y nunca más,

volver a soñar despierto.

Mi tierra (r)

Vivo lejos de la tierra

que me vio nacer,

y cada día brindo al mar

una lágrima envuelta

en un pañuelo de seda,

con tu nombre bordado,

esperando que cada noche

regrese con la promesa

de volver a tu lado.

Sueño con paredes

perfumadas de cal,

y los colores de tus patios.

Me has enseñando,

desde la distancia,

que en mi corazón

aún brotan las flores de mayo.

Soy un corazón fatigado,

que todavía sueña

con volver a ser niño,

manchando sus manos de barro.

No recuerdo cuando fue (r)

No recuerdo cuando fue

la última vez

que desperté

sin lágrimas en los ojos.

En el silencio,

las reúno y amontono,

en las palmas de mis manos.

Las miro,

acuno,

y sigo llorando.

En cada lágrima mía

hay un pedacito de ti,

de recuerdos de una vieja historia,

que ya quedó lejos

y sólo se mantiene viva

en estos trocitos de memoria,

recolectadas una una,

en la soledad

de mi alcoba.

En cada una de ellas,

un pedacito de mi,

que quiere huir

del calor de la mano,

darte un último beso,

y yacer al amparo

del frío suelo.

¡Luna llena, luna clara.(r)

Asomado por mi ventana

contemplo como

un barquito pequeño,

con corazón de madera

y velas de plata,

surca el cielo

entre las estrellas.

¡Luna llena, luna clara,

hagamos una candela,

y caliente el alma!

Y en la orilla sentada,

una niña morena,

entre lágrimas,

enarbola una adiós,

envuelto en un pañito

bordado de seda.

¡Luna llena, luna clara,

echa más leña,

que la hoguera se apaga!

Baje hasta la arena

con un ramito de flores

para consolar a la niña,

y ya no estaba.

Tan solo, fue el sueño

de otro ángel

que ganó sus alas.

¡Luna llena, luna clara,

apaga el fuego, 

que ya llega el alba!

Desde hace tiempo (r)

 Desde hace tiempo,

anoto en una libreta

las cosas que más quiero.

Páginas en blanco y negro,

pilares de una vida,

donde ya no caben

los viejos recuerdos.

Creyendo,

que si dejaba de escribir

tu nombre, un día,

podría relegarte al olvido,

y convertirte en una simple gota

de tinta difuminada en mi memoria.

Pero siempre llega el invierno,

y te has convertido en una mancha

de pigmento negro,

que los días lluviosos emborrona,

y recorren mi mejilla.

Aquí sentado,

quemo una a una

hojas de ese cuaderno,

noche tras noche,

día tras día,

para avivar esa hoguera,

y no sentir que muero,

cuando busco tu nombre

y no lo encuentro.

Dos Rosas (r)

Viajo por las calles

con dos rosas en una maleta,

concebidas en ese mundo

que, para ti, construí en mi corazón.

Cada paso que avanzo,

cada tropiezo, que devora,

son testigos de que no fui más feliz

de allá de donde vengo.

Y que partí una noche cualquiera,

callando,

hacia tu encuentro.

Apresuro mis pasos, 

cierro mis ojos,

en busca de tus brazos.

Pero ni si quiera sabes

que te quiero.

Viajo con dos rosas

que son para ti.

Vestigio de dos heridas,

que arrancaste de mi pecho.

Sueños I (r)

He deseado tantas veces

acercarme al borde del abismo,

huir y echar a volar,

que he dejado de divisar

el amanecer de los días claros.

Alejarme tan alto,

que los árboles no puedan

verme llorar de nuevo.

Abandonar una tierra,

que ya no me otorga consuelo

y ahoga mi último aliento.

Cierro los ojos ,

imploro,

se hace el silencio.

Mis pies aún están 

llenos de  barro.

Abro las manos,

lloro,

no sé si sigo soñando.

Lejos queda el cielo.