viernes, 2 de noviembre de 2012

Cuando me siento abatido (r)



Cuando me siento abatido

acostumbro deambular

y caminar hacia la playa,

desnudar mis pies en el cálido vacío

y sepultar un llanto en la arena.


Abrazar el sonido de las olas

y contemplar, poco a poco,

en la silenciosa oscuridad,

cómo pasan las horas,

cómo menguan las estrellas.


La noche es fría y me abstraigo

distraido mirando la mar,

en la distancia que nos separa.

¿Y si pudiera atravesar

este océano infinito,

y nadar hasta la otra orilla?

Solo este manto turquesa nos aleja.


Pero sucumbo y

me abandonan las fuerzas.


En el crepúsculo,

recuerdo el primer día que te vi.

Ese, que tu sonrisa vestía

un ramillete de colores.

Ese, en que el brillo

de tus grandes ojos negros

avivaron esperanzas

en un solar yerto.

Ese día, en el que yo

erraba muerto

y mi corazón renació 

buscando tu encuentro.



miércoles, 31 de octubre de 2012

Aún no es invierno (r)



Aún no es invierno

y aquí, de pie, tras el cristal

de mi ventana,

siento como golpea

el furioso viento,

arremetiendo con su puñal

de frío y escarcha.


Intento recordar,

avivar en mí,

 ese calor, que en el pasado,

me traías con tus abrazos.


Dicen que la distancia

es una muerte que te apuñala

en silencio y lentamente.

Que arrebata la vida

en cada sueño.

Diabólica compañera

de la esperanza.


Soñar no es vano

cuando no se tiene miedo

a la gélida guadaña.


¡Soñar ...!


Soñar que alojas

tus labios en mi mejilla,

como estela de mar

que se deposita suavemente,

por la fría arena

de la orilla.


Una huella presente,

que deje de ser

cadenas del pasado.


No habrá más lágrimas,

distancias, ni llanto.

¡Soñar, soñar juntos de la mano!



sábado, 6 de octubre de 2012

Hojas resquebrajadas bajo mis pies…(r)



Hojas resquebrajadas

crujen bajo mis pasos,

anuncio majestuoso

de la llegada del Otoño.

Nada perdura eternamente.

Los almendros, desnudos,

se rinden al viento,

un frío creciente abraza

sus brazos abiertos.


El sol del mediodía,

visitante pasajero,

cobija a los cerezos,

evocando recuerdos,

de cuando se vestían

de hojas y flores.


 Esos mismos trajes

que ahora yacen marchitos

en el gélido suelo.


El cielo palidece,

su brillo se apaga

 y se tiñe de amarillo.

Atrás se desvanecen

los días cálidos

vencidos en susurros,

 en el sueño de la noche.


Nada es eterno.


Sólo el frío persiste,

un testigo mudo,

que mantiene con vida

mi corazón inerte.


Y solo el recuerdo 

de tu sonrisa,

de un último beso,

desharía este gélido yermo. 


Pero los días de ayer

parecen ya tan lejanos.


lunes, 27 de agosto de 2012

Quiero susurrarle a la luna (r)



Quiero susurrarle a la luna al oído,

acariciar con dulzura su tez plateada

contarle los sueños de cuando era niño

y en las frías noches del estío

silenciaba mis lágrimas en la mañana.


Quiero sentarme en su falda blanca y pura

y dormir cobijado por su caluroso destello,

soñar, que ya no sueño nada

y que todo ha sido un sueño.


Quiero sucumbir a su lado,

abrazado, en calma.

Despertar al alba con su mirada,

como en las noches de verano

el rocío, besa la madrugada.



viernes, 24 de agosto de 2012

cada mañana (r)



Despierto cada mañana

acariciando un vaso de café,

tan amargo

como mis lágrimas sin tus labios,

esperando encontrar,

tus besos,

tu sonrisa,

tu mirada.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Abrazado a una botella. (r)



Quién iba a pensar
que tus palabras de promesa
dolieran tanto como
tú silencio.

Que la esperanza
de soñar contigo
durara un suspiro,
como perseguir
el paso de una estrella
en el negro infinito.

Quién iba a pensar
que te escondieras
entre las luces de la noche
y yo, te busqué aquí,
bajo la tierra.

No hay rincones en mi
pecho que te resguarden.
Solo una lágrima
atestigua tu recuerdo


Quién iba a pensar
que el dolor
de haberte ido,
ese frío que estremece
y a mi corazón congela,
lo iba a luchar
en esta solitaria arena,
al calor de una hoguera,
postergando un delirio,
abrazando a una botella.


martes, 31 de julio de 2012

Nunca te mostré el mar (r)



 Quise mostrarte el mar,

sentados, tú y yo,

en la arena,

desnudando estrellas

a las faldas de la noche.


En un abrazo

esperando que amaneciera,

y a tu lado a mirar,

como las olas del mar

acarician nuestros latidos.


En el vaivén

del silencio,

trazar camino

hasta tu cintura,

y en mi boca,

morían tus besos.


En la arena,

junto al mar y el viento,

sentado sueño.



Dunes