Aún no es invierno
y aquí, de pie, tras el cristal
de mi ventana,
siento como golpea
el furioso viento,
arremetiendo con su puñal
de frío y escarcha.
Intento recordar,
avivar en mí,
ese calor, que en el pasado,
me traías con tus abrazos.
Dicen que la distancia
es una muerte que te apuñala
en silencio y lentamente.
Que arrebata la vida
en cada sueño.
Diabólica compañera
de la esperanza.
Soñar no es vano
cuando no se tiene miedo
a la gélida guadaña.
¡Soñar ...!
Soñar que alojas
tus labios en mi mejilla,
como estela de mar
que se deposita suavemente,
por la fría arena
de la orilla.
Una huella presente,
que deje de ser
cadenas del pasado.
No habrá más lágrimas,
distancias, ni llanto.
¡Soñar, soñar juntos de la mano!